Congreso de los Diputados
Un Congreso con voz de mujer
Este será el hemiciclo más paritario de la historia de España. Con sus diferencias ideológicas, diputadas de los principales partidos celebran el logro, aunque no se ponen de acuerdo en la forma de lograr que se consolide
Este será el hemiciclo más paritario de la historia de España. Con sus diferencias ideológicas, diputadas de los principales partidos celebran el logro, aunque no se ponen de acuerdo en la forma de lograr que se consolide.
Nadie duda de que hoy en día no hay consenso acerca de lo que significa ser feminista o hacer feminismo. Para muestra tan solo hay que escuchar en qué manera difieren los discursos de izquierda y derecha en materia de igualdad y, sobre todo, las fórmulas que proponen para llegar a un fin tan perseguido durante décadas. Pero, por encima de sus innumerables diferencias ideológicas, las mujeres de las fuerzas con mayor representación en esta nueva legislatura celebran que el Congreso que se va a conformar sea el más paritario de la historia de España y de la Europa actual. Un paso adelante con diferentes lecturas. Laura Berja (PSOE), Andrea Levy (PP), Beatriz Pino (Cs) y Gloria Elizo (UP) hablan con LA RAZÓN acerca de los retos más inmediatos para el próximo gobierno en lo que compete a las mujeres. Este periódico ha intentado ponerse en contacto con Vox para recoger su testimonio, pero no ha recibido respuesta.
«La ley de igualdad es muy buena pero también tiene aspectos mejorables, entre ellos que seamos un poco más imperativos en su cumplimiento fuera de lo que es puramente institucional», dice Berja, que también considera que el Congreso de los Diputados es el ejemplo perfecto de que la paridad se puede conseguir. «Las mujeres somos el 50 por ciento de la sociedad y también tenemos que encontrar ese hueco en política no solo para representarnos a nosotras, sino al conjunto de la sociedad», apostilla Levy.
El primer reto, erradicar la violencia de género. «Una de las tareas que asumimos en la anterior legislatura fue sacar las violencias machistas del entorno familiar. Las relaciones de violencia contra la mujer tienen un origen estructural y para atajarlas hay que apostar por la educación», defiende Elizo. Berja, por su parte, hace hincapié en la importancia de desarrollar el Pacto de Estado contra la violencia de género con más medidas, entre ellas las que garanticen la igualdad de trato y oportunidades en materia de empleo. «La violencia contra las mujeres es la desigualdad más cruel que sufrimos y no podemos consentir ni un paso atrás», afirma.
«Es importante que sigamos teniendo esa sensibilidad especial para los problemas que se encuentran las mujeres en el ámbito del empleo o la violencia machista», añade Levy, que no quiere dejar pasar la oportunidad de reivindicar un feminismo para toda la sociedad, no sectario. «Da la sensación de que el feminismo radical busca señalar a las mujeres por lo que piensan en lugar de mirar en conjunto para hacer grande esta causa. Creo que cuando la izquierda busca apropiarse del feminismo lo empequeñece», sostiene.
Pino sigue un poco esta línea y critica algunas de las medidas estrella de los partidos de la izquierda para garantizar la igualdad en las instituciones. «Siempre tiene que estar enmarcado en el talento, estamos en contra de las listas cremallera porque no ponen el acento donde debería estar. Abogamos por la meritocracia», dice, y añade además que su partido apuesta por una igualdad «efectiva y seria» entre hombres y mujeres. ¿La clave? Impulsar políticas que permitan conciliar la vida familiar y laboral: «Históricamente, las mujeres llevamos una serie de cargas que nos condicionan a la hora de volver al mercado laboral después de ser madres. Por eso, las políticas que busquen sacar un país adelante deben aliviar este tema». En ese aspecto, Levy denuncia que hay que acabar con la asunción de que los cuidados son materia femenina: «Yo también me quiero fijar en el reparto equitativo de las responsabilidades familiares, ahí es donde los hombres tienen que seguir reivindicando la igualdad para que no tenga que ser siempre la mujer la encargada de responsabilizarse de sus ascendientes y descendientes».
Un asunto que preocupa especialmente a Berja y Elizo, por ser las más alejadas en ideología de las nuevas fuerzas que han entrado en el Congreso, es el «daño» que puedan hacer los discursos que restan importancia al objetivo de consolidar la paridad. «Aunque haya una representación de algunos grupos de personas que entren en la crispación y en la confrontación, ya hemos demostrado que esa no es nuestra fórmula. Somos un gobierno moderado en las formas pero firme en los principios», apunta Berja. A su vez, Elizo se muestra aún más dura: «Miramos con verdadero horror a aquellas personas que niegan la violencia machista, que asumen que la violencia intrafamiliar existe como un hecho casual y que no tiene nada que ver con esa demanda patriarcal. No vamos a hacerle el juego a los que solo pretenden gesticular groseramente para llamar la atención; esta sociedad no reconoce esas posturas, así que seguiremos batallando por lo nuestro».
La última cuestión a debatir no podía ser otra: «¿Para cuándo una mujer candidata a la presidencia del gobierno?». Todas consideran que es un paso natural que llegará solo. «Es verdad que en eso aún nos queda un trabajo importante por hacer. Todas echábamos de menos a mujeres en los debates electorales, pero ya hemos conseguido que haya mujeres portavoces en los parlamentos. En breve, esas transformaciones empezarán a ser más habituales», indica Berja. Por su parte, Elizo sueña con un pleno de candidatas a La Moncloa en la próxima legislatura: «Seguiremos empujando para tomar los principales puestos de representación. Somos el 50 por ciento y queremos ese 50 por ciento, también en las altas instancias», concluye.
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