
Yacimientos
Así es este antiguo castro gallego que sobrevivió al fuego y al olvido
El yacimiento revela más de 140.000 piezas y una historia de siglos marcada por la vida, el fuego y el abandono

Entre las parroquias de Leiro y Besomaño, en el municipio pontevedrés de Ribadumia, se alza el Monte do Castro. Allí, sobre un espolón rocoso con vistas privilegiadas al valle del Umia, se esconde uno de los yacimientos castrexos más notables de Galicia, que ha resistido al paso del tiempo, a la minería, e incluso al fuego.
Este enclave, también conocido como Castro de Leiro o de Besomaño, ha sido objeto desde 2010 de un meticuloso proceso de excavación y puesta en valor promovido por el Concello de Ribadumia y la Diputación de Pontevedra.
Dirigidas por el arqueólogo Rafael Rodríguez, las campañas han permitido sacar a la luz más de 140.000 piezas, entre ellas una olla de bronce decorada, una escultura antropomorfa y una impresionante colección de fíbulas, cerámica y herramientas que permiten reconstruir el día a día de sus antiguos moradores.

Una historia marcada por el fuego
El Monte do Castro estuvo ocupado de forma continuada desde el siglo IV a.C. hasta el I d.C., cuando fue abandonado bruscamente, posiblemente a causa de un incendio intencionado. Así lo evidencian las capas de ceniza halladas en el yacimiento, que algunos expertos vinculan con la violencia de la conquista romana en la zona.
El castro cuenta con unas dimensiones destacadas en el contexto de la Edad del Hierro gallega: su croa mide 126 metros de norte a sur y 98 de este a oeste, a lo que se suman dos amplios aterrazamientos. Entre las estructuras descubiertas, sobresale una gran casa-patio similar a las documentadas en San Cibrán de Lás o en castros del norte de Portugal.
En sus distintas fases de ocupación, el asentamiento evolucionó desde viviendas construidas con materiales perecederos hasta sólidas edificaciones de piedra, algunas reconvertidas posteriormente en almacenes o talleres metalúrgicos.
Un legado cultural
En el entorno del castro aún pueden verse las cicatrices de antiguas canteras, lo que indica que el lugar fue también, durante siglos, fuente de recursos para los vecinos de la zona. La combinación de su valor patrimonial y paisajístico convierte al yacimiento en un enclave único para comprender cómo se vivía, se construía y se organizaba la sociedad castrexa.
Durante las excavaciones, que continúan en marcha, se han documentado tres fases principales:
Fase I (siglo IV-V a.C.): primeras cabañas circulares y fosas de almacenaje excavadas directamente en el suelo.
Fase II (siglo II a.C.): consolidación del castro con viviendas de piedra, adosadas entre sí, y construcción de la muralla norte.
Fase III (siglos I a.C. - I d.C.): aparición de la gran casa-patio, nuevos espacios de almacenaje y un taller metalúrgico, todo ello destruido finalmente por el fuego.

Visita con historia
Actualmente, el acceso al yacimiento está habilitado con un sendero señalizado que parte de un área recreativa cercana. Al llegar, el visitante puede recorrer los restos visibles del poblado y contemplar las vistas al valle del Umia.
Las piezas más relevantes encontradas en el castro, como la escultura de la muralla o parte del material doméstico, pueden visitarse en el Museo de Pontevedra. Mientras tanto, en el propio Monte do Castro se han aplicado técnicas de conservación como drenajes y agromasa de cal para proteger los muros frente a la lluvia.
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