Naturaleza
Así es la impresionante cascada de Galicia que oculta una leyenda de gigantes
Este salto de agua casi oculto ofrece unas vistas espectaculares y la posibilidad de sumergirse en historias de otra época
Entre las montañas que separan Viveiro de Xove, en la provincia de Lugo, se esconde uno de los espacios naturales más sobrecogedores de Galicia. O Pozo da Ferida, una cascada de 30 metros que cae con furia en una poza rodeada de bosque, es un escenario que parece extraído de una leyenda antigua, un lugar en el que el agua, la piedra y el misterio se funden conduciendo el relato.
La cascada se precipita desde lo alto como una cortina blanca que se deshace al llegar al fondo, formando una piscina natural en la que, si el cuerpo lo permite, es posible darse un baño. La rodean árboles, musgo y helechos, en un entorno que se mantiene casi intacto, como si el tiempo no pasase.
El Rego do Loureiro, que nace en los montes de Buio, es el responsable de esta herida abierta en la tierra. Su curso encajonado atraviesa las laderas hasta culminar en esta caída espectacular, custodiada por vegetación autóctona: alisos, robles, sauces… A veces, entre la niebla que se cuela al atardecer, se tiene la sensación de haber cruzado hacia otra época.
A pocos metros, las ruinas cubiertas de hiedra de una antigua minicentral eléctrica refuerzan la sensación de abandono y de leyenda. El musgo trepa por las paredes de piedra, devorándolas en un abrazo lento pero implacable. Es fácil creer en mouras y meigas en un rincón así.
El origen del nombre
Muchos se preguntan por qué se llama Pozo da Ferida (el pozo de la herida). Hay quienes dicen que es por la grieta que la cascada ha abierto en la roca durante siglos. Pero la tradición oral ofrece una versión más fantasiosa: según una leyenda local, una vieja gigante que cargaba mulime (abono vegetal) resbaló y cayó dentro de la poza. Malherida, jamás pudo salir, y desde entonces sus restos tiñen el agua de ese tono oscuro que nunca se aclara del todo. Su espíritu, dicen, todavía habita en las profundidades.
También se cuenta que el pozo no tiene fondo, y que quien intenta medirlo nunca obtiene dos veces la misma profundidad. Historias que han convertido el lugar en un pequeño santuario del misterio.
Cómo llegar hasta O Pozo da Ferida
La mejor forma de acceder es desde Viveiro. Se toma la carretera LU-540 en dirección a Lugo y luego se gira a la izquierda por la LU-161, siguiendo las indicaciones hacia Chavín. Desde allí, se atraviesan pequeñas aldeas rurales hasta llegar a O Castro, donde se recomienda dejar el coche.
El último tramo, de unos 700 metros, se recorre a pie por un sendero descendente bien señalizado. El recorrido, aunque fácil, requiere precaución en la parte final, especialmente si ha llovido.
Otra opción más larga, pensada para senderistas, parte de Chavín siguiendo el cauce del río durante unos 6 kilómetros de caminata.
Cuándo ir y qué tener en cuenta
El final de la primavera y el verano son los mejores momentos para visitar el Pozo da Ferida. El caudal del río aún es generoso, el entorno está en todo su esplendor y el baño en la poza resulta especialmente tentador.
El acceso es libre y gratuito, aunque se recomienda llevar calzado cómodo, algo de agua y evitar dejar residuos. No hay servicios turísticos en el lugar, lo que forma parte de su encanto.
Qué ver cerca: el bosque de los gigantes y más cascadas
A muy poca distancia, en la parroquia de Chavín, se encuentra el Souto da Retorta, un bosque de ribera con más de 600 eucaliptos centenarios. Allí se alza “O Avó”, el árbol más grande de España, con 67 metros de altura. Pasear por este espacio es una experiencia casi mística, una catedral vegetal en pleno corazón de A Mariña.
También merece la pena subir al mirador de San Roque, desde donde se obtiene una vista impresionante de la ría de Viveiro, las playas y los montes que rodean la ciudad.
Y si el cuerpo pide más saltos de agua, la cercana fervenza de Guilán, en el mismo municipio de Xove, ofrece un espectáculo de altura: 70 metros de caída en varios niveles.