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Restauración

Así es el original monumento a Julio Verne ubicado en una ensenada de Galicia y que ha recuperado su esplendor

El conjunto escultórico del capitán Nemo vuelve a brillar frente a la isla de San Simón, en las Rías Baixas

Monumento al Capitán Nemo. Wikipedia

Hay lugares en Galicia donde la literatura parece haberse fundido con el paisaje. Frente a la isla de San Simón, en la ensenada de Redondela, el mar respira con ritmo de novela: cuando baja la marea, emergen del agua dos buzos de bronce que parecen buscar tesoros en el fondo de la ría; cuando sube, desaparecen bajo las olas, como si el Nautilus hubiera zarpado de nuevo hacia las profundidades. Sobre ellos, inmutable, el capitán Nemo observa el horizonte desde su pedestal de granito, con la mirada fija en los secretos de Vigo que tanto fascinaron a Julio Verne.

El conjunto escultórico, ideado por el artista pontevedrés Moncho Lastra y fundido en bronce por Sergio Portela Campos, fue inaugurado en 2004 para rendir homenaje al célebre escritor francés y a su obra Veinte mil leguas de viaje submarino, donde el capitán del Nautilus se adentra precisamente en la bahía de Vigo en busca del oro hundido en la batalla de Rande. Desde entonces, el monumento se ha convertido en uno de esos símbolos singulares de la ría: una pieza capaz de unir historia, fantasía y paisaje.

La restauración

Veintiún años después de haber sido inaugurado, el capitán Nemo y sus buzos han sido objeto de una cuidadosa restauración impulsada por la Consellería de Cultura, Lingua e Xuventude.

El conselleiro José López Campos visitó hoy el conjunto para comprobar el resultado de la intervención, que supuso una inversión de 14.500 euros por parte del Gobierno gallego. “Es una muestra de nuestra implicación con las demandas de las administraciones locales para la conservación de los puntos de interés cultural en sus ayuntamientos”, subrayó el representante autonómico.

Los trabajos, ejecutados por el estudio del escultor Sergio Portela, se centraron en la rehabilitación de las figuras de los buzos, que habían sufrido el deterioro causado por la constante acción del mar. Las mareas, al cubrir y descubrir cíclicamente las esculturas, habían provocado la acumulación de conchas, lapas y mejillones, además de desprendimientos y la pérdida de pequeños elementos.

El desafío del mar

Dada la ubicación del monumento, en plena ensenada de San Simón, las labores de restauración requirieron trasladar temporalmente las piezas al taller para su limpieza y reparación. Una vez concluidos los trabajos, las figuras regresaron a su emplazamiento original, donde vuelven a interactuar con la marea y el viento atlántico. “Espero que sigan disfrutando de su peculiaridad tanto el vecindario como los visitantes”, señaló López Campos.

No es la primera vez que el conjunto escultórico ha necesitado ser intervenido. En 2011, la Fundación Illa de San Simón ordenó retirar temporalmente la figura principal al comprobar el deterioro de su base, sustituida entonces por una estructura maciza capaz de resistir mejor la erosión marina.

Entre la historia y la leyenda

El monumento al capitán Nemo no sólo evoca la imaginación de Verne, sino también la historia real de la batalla de Rande, librada en estas aguas el 23 de octubre de 1702, cuando una flota de galeones españoles cargados de oro fue hundida por las fuerzas anglo-holandesas.

El conselleiro, hoy, con uno de los buzos ya restaurados. Xunta

Aquel episodio, que fascinó al escritor francés, sirvió de inspiración para uno de los pasajes más memorables de su novela, en la que el propio Nemo dice a su prisionero, el profesor Aronnax: “Pues bien, señor Aronnax, estamos en la bahía de Vigo y sólo de usted depende que pueda conocer sus secretos. ¿Podía usted imaginar, señor profesor, que el mar contuviera tantas riquezas?”

Verne visitó Vigo en dos ocasiones, en 1878 y 1884, y su breve estancia dejó una huella tan profunda que la ciudad conserva hoy dos monumentos dedicados a su memoria: el célebre Verne sentado sobre un tentáculo en el puerto vigués, y este otro, más simbólico y evocador, que mira hacia la isla de San Simón desde la playa de Cesantes.