Naturaleza
Así es la paradisíaca cala de Galicia que sólo aparece en marea baja
Pintada de arena blanca y aguas azul turquesa, surge coronada por los acantilados más altos de la Europa continental
Hay lugares a los que el mar no accede siempre. Pedacitos de tierra que se consumen en marea alta, dejando ver todo su encanto con la bajamar. En ellos, el ritmo de la vida surge marcado por la fuerza de la resaca que va y viene, consumiendo, a golpes, la arena dorada de la orilla.
En estos espacios, únicamente aquellos que saben esperar descubren su existencia. A fin de cuentas, no siempre están ahí: hay horas en las que duermen sumergidos bajo el vaivén eterno del Atlántico. Pero cuando asoman, la diminuta franja revela un paisaje detenido en el tiempo y el espacio.
Es el caso, por ejemplo, de Cala Sonreiras, un oasis de paz en la ría de Cedeira (A Coruña), que dibuja, con la marea, una tira de arena blanca y aguas azul turquesa. Un paraíso que sólo deja ver su orilla cuando la corriente retrocede.
De este modo, la cala muere y nace cada día, como un sueño fugaz, como el amanecer y el anochecer de la existencia. Un trozo de arena y barro que se acurruca a los pies de acantilados imponentes. Con apenas 20 metros de largo, la pequeña orilla se extiende cobijada bajo un farallón de 50 metros de altura.
Son los enormes riscos de Vixía Herbeira, los más altos de la Europa continental, que apuntan hacia ella protegiéndola del oleaje. Bajo este prisma, las aguas de Sonreiras se tornan transparentes, invitando al buceo y al snorkel.
Historia y soledad
Parte de la magia de esta cala reside, precisamente, en su soledad. Al no contar con infraestructuras, el lugar mantiene intacto su carácter virgen. No hay chiringuito, ni duchas, ni torre salvavidas. Una ausencia que preserva a Sonreiras de los ruidos del verano.
La punta Sarridal, donde asienta la cala, guarda además vestigios de otros tiempos. Junto a la arena se hallan antiguas cetáreas restauradas, estructuras romanas para criar mejillones que evocan la tradición marinera de la ría. En lo alto de la punta se alza el Castillo de la Concepción, construido en 1747 tras un ataque inglés para proteger la entrada a la ría.
Este fuerte defensivo corona el puerto de Cedeira y hoy ofrece un museo y mirador con vistas a Sonreiras. Hay incluso un castro protostórico en la zona, testimonio de un asentamiento humano milenario.
Sonreiras está, en definitiva, enclavada en un paisaje cargado de historia: desde lo más humilde (las cetáreas) hasta la gran fortaleza costera. Los alrededores de la cala completan la experiencia.
A pocos kilómetros se encuentra el Faro de Punta Candieira, al final de la carretera DP-2203 (unos 9 km desde Cedeira). Este faro ofrece panorámicas sobre la costa salvaje y los islotes cercanos.
Información práctica
Cómo llegar: desde Cedeira hay que tomar la carretera que lleva a la ermita de San Antón do Corveiro y dejar el coche en un pequeño aparcamiento cercano. Un sendero marcado baja luego hacia la cala. Hay que ir con vehículo propio, ya que no hay transporte público hasta aquí.
Acceso y mareas: la playa solo es accesible en marea baja. Con marea alta Sonreiras queda completamente sumergida. Se recomienda consultar las tablas de mareas antes de la visita y calcular el tiempo para bajar y subir sin riesgo. El recorrido final incluye escaleras de madera con tramos empinados.
Servicios disponibles: no hay infraestructuras en la cala. No existe socorrista ni sombra artificial. Hay un área de picnic en la zona de arriba.
Lugares cercanos: además de los ya mencionados, muy cerca se puede visitar la playa de Vilarrube, de arena amplia y fácil acceso. Por carretera, salir de Cedeira en dirección sur acerca al famoso puerto marinero y al Castillo de la Concepción junto a la lonja. Una ruta costera conduce por acantilados a otros faros de la zona, completando así una excursión por uno de los rincones más evocadores de Ferrolterra.