Este monasterio es la joya románica de la Costa da Morte

La iglesia de San Xiao de Moraime es vestigio de un antiguo monasterio benedictino que ejerció una notable influencia religiosa, económica y social sobre la comarca de Finisterre durante siglos. El templo, construido en el siglo XII sobre una antigua necrópolis romana, ha sobrevivido a invasiones normandas, saqueos musulmanes y el abandono paulatino, dejando hoy un legado patrimonial único en plena Costa da Morte.

Declarado conjunto histórico-artístico, el edificio es una de las grandes obras del románico gallego. Su planta basilical, con tres naves y tres ábsides, destaca por su cuidada arquitectura y abundante iconografía. La nave central, más ancha que las laterales, está dividida en cinco tramos con arcos de medio punto, mientras que las naves laterales presentan arcos apuntados.

Las columnas que separan las naves son cuadradas, salvo una circular, y sobre ellas descansan arcos formeros y fajones. El muro norte está articulado en cinco tramos con ventanas ciegas alternadas con vanos que se abren en talud. En el lateral sur, una puerta de gran valor arquitectónico (descubierta en 1975 y decorada con columnas de fustes geométricos y flores de lis) comunicaba con el antiguo monasterio.

La fachada principal presenta un impresionante pórtico románico que evoca al célebre Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago. Está abocinada con tres pares de columnas acodilladas, posiblemente con los Apóstoles, y rematada por arquivoltas con figuras radiales. Sobre el tímpano destacan escenas bíblicas flanqueando al Salvador. El conjunto se completa con ventanas semicirculares, dos rosetones y sendos campanarios laterales: uno conserva su forma original, el otro está modificado.

Uno de los grandes tesoros de San Xiao son las pinturas murales descubiertas en 1970 bajo una capa de cal, en el interior del muro norte. Divididas en ocho lienzos, representan los siete pecados capitales y la muerte lanzando flechas. Aunque algunos expertos las sitúan en época medieval, otros las datan en el siglo XVII. El mal estado de conservación por la humedad impide una lectura completa de estas obras.

El templo se encuentra en un espacio cargado de historia. Las excavaciones han sacado a la luz restos de una fuente romana, tumbas de época visigoda y otros materiales de cronología bajoimperial. Muy cerca está la casa rectoral del siglo XVIII, el campo cercado con un cruceiro y el trazado del antiguo Camino Real que llevaba a Muxía, ahora en desuso pero aún visible.

El monasterio que acompañaba a la iglesia fue clave en la historia medieval gallega. Fundado en el siglo XI, recibió el favor de los reyes de León por su papel en las luchas dinásticas. Pedro Froilaz, conde de Traba, ocultó aquí al pequeño Alfonso Raimúndez, futuro Alfonso VII, para protegerlo del segundo matrimonio de su madre, la reina Urraca. Años después, ya como rey, Alfonso VII favoreció la reconstrucción del monasterio, arrasado en varias ocasiones por normandos y almorávides. También Fernando II realizó importantes donaciones.

Moraime fue, durante siglos, centro espiritual y poder jurisdiccional sobre la Tierra de Nemancos (de Fisterra a Vimianzo), participando en la fundación de la villa de Muxía y la cristianización de lugares como el santuario da Virxe da Barca. Aunque a partir del siglo XIV comenzó su declive, su herencia pervive en la arquitectura, las leyendas y la profunda huella que dejó en la historia de Galicia.

Hoy, además del templo, es posible alojarse en el antiguo monasterio (reconvertido en espacio turístico) o en una pensión ubicada en una casa de aldea restaurada.