Historia y naturaleza

El matusalén de Pontevedra que ha sobrevivido a incendios, plagas y huracanes

Los druidas celebraban allí bautismos de luna, fue citado por el Padre Sarmiento o Castelao y, durante la guerra, se convirtió en paredón de fusilamiento

Carballo de Santa Margarida
Carballo de Santa MargaridaÁrbol y bosque del año

En el corazón de Mourente, a las puertas de una pequeña capilla barroca, vive en silencio un gigante que ha visto pasar medio milenio de historia de Galicia. El Carballo de Santa Margarida, al que los pontevedreses llaman con devoción “el matusalén de Pontevedra”, no es un árbol cualquiera. Es testigo de rituales druidas, amores secretos, conjuras políticas y hasta fusilamientos de guerra. Sus raíces han sentido la caricia del agua milagrosa de la fuente cercana, sus ramas han soportado huracanes y rayos, y su tronco guarda aún cicatrices de plomo.

Cuenta la tradición que este roble común, hoy catalogado como ‘árbore senlleira’ por la Xunta de Galicia, es el último superviviente de la Carballeira dos Gafos, un bosque antiguo que poblaba el entorno de Pontevedra.

Allí, según se dice, los druidas celebraban bautismos de luna. Sus hermanos fueron talados hace siglos; algunos, incluso, para levantar naves que navegaron hasta el “nuevo mundo”. Él, sin embargo, resistió y se convirtió en guardián solitario de un atrio en el que la historia se mezcla con la fe y la leyenda.

Los expertos calculan que roza, o incluso supera, los 500 años. Mide más de 18 metros de altura, su tronco alcanza los 8,5 metros de perímetro y su copa se abre en un diámetro superior a los 20. Su figura impone: un coloso vegetal que, partido por un rayo en el siglo XIX y remendado por el tiempo, se apoya hoy en un banco de piedra como un anciano que busca sostén para seguir en pie.

Huellas de la historia

Pocos árboles pueden presumir de haber presenciado tantos episodios. Bajo su sombra jugó de niño el ilustrado Padre Sarmiento, que lo citó en sus escritos como el “maiore del reino”. También inspiró a Castelao, que lo inmortalizó en uno de sus dibujos de Cousas da vida. Y sobrevivió incluso al huracán que arrasó Pontevedra en 1886.

Carballo de Santa Margarida.
Carballo de Santa Margarida. Deputación Pontevedra

Fue escenario de reuniones conspirativas, como la que en 1846 protagonizó Enrique de Borbón con mandos progresistas gallegos conjurados contra Isabel II, y refugio de parejas que creían que, si se sentaban junto a su tronco, el destino los llevaría al matrimonio y la descendencia.

Pero también conoció la cara más oscura de la historia. Durante la Guerra Civil se convirtió en paredón de fusilamiento, y aún hoy su corteza conserva los orificios de bala que recuerdan aquel pasado de horror.

Aunque a primera vista se muestra majestuoso, el carballo vive tiempos delicados. El pavimento de hormigón que se colocó hace cuatro décadas asfixió sus raíces, y plagas de insectos y hongos lo han debilitado. Entre 2017 y 2018 se acometieron trabajos de oxigenación del suelo y anclajes para sostener sus ramas, pero los especialistas advierten que su salud sigue siendo crítica.

La capilla y la fuente milagrosa

A su lado se levanta la ermita de Santa Margarida, una construcción sencilla del siglo XVII, que aprovecha restos de una fábrica románica anterior. Su origen, según la tradición, se remonta a la promesa de un hombre que, tras ser mordido por una serpiente, ofreció erigir un templo a la santa si lograba salvarse. Muy cerca, una fuente a la que se le atribuían poderes curativos completaba el conjunto, reforzando el halo sagrado del lugar.