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Misa por la Duquesa de Alba: “Si está Cayetano, no voy”

Hoy se celebra en Sevilla una misa por la memoria de la duquesa de Alba. Su viudo, Alfonso Díez, se ha encargado personalmente de invitar a los amigos que tenían en común.

Mañana se celebra en Sevilla una misa por la memoria de la duquesa de Alba. Su viudo, Alfonso Díez, se ha encargado personalmente de invitar a los amigos que tenían en común.
Mañana se celebra en Sevilla una misa por la memoria de la duquesa de Alba. Su viudo, Alfonso Díez, se ha encargado personalmente de invitar a los amigos que tenían en común.larazonLa Razón

Si algo han compartido el duque de Alba viudo, Alfonso Díez, y el regente, Carlos Fitz-James Stuart, es un perfil bajo en estos cinco años de ausencia de Cayetana. Y eso que han tenido que hacer frente al tsunami levantado por Cayetano Martínez de Irujo. Pero por más que el jinete se ha empeñado en practicar las artes de «mosca cojonera» no ha conseguido mover un ápice lo que su madre dejó firmado y rubricado con respecto a sus sucesores.

Sin embargo, ambos se verán obligados a trazar un paréntesis en este «impasse» mediático mañana. El propio duque viudo se está encargando de hacer personalmente las llamadas a los amigos que compartía con su mujer para invitarles al homenaje a la memoria de la duquesa de Alba. En ellas les informa de que hoy se celebrará una misa funeral en la iglesia de los gitanos de Sevilla, donde están depositadas parte de las cenizas de Cayetana. La otra mitad se encuentra en el panteón familiar del convento de la Inmaculada Concepción en Loeches, en Madrid, junto a los restos de sus dos maridos, Luis Martínez de Irujo y Jesús Aguirre. Por eso es probable que también se le ofrezca una misa en Madrid para todos los que no puedan desplazarse a Sevilla.

Dada la mala relación de Cayetano con el núcleo duro de la familia Alba (una enemistad que el primero se ha ganado a pulso), los amigos convocados a la misa en recuerdo de su madre quieren ser cautos y preguntan antes si el funeral está organizado por el jinete, tal y como ha sucedido otros años, o si es iniciativa del viudo o de algún otro hijo. No quieren meter la pata. Aunque algunos como Luis María Anson, al que Cayetano considera lo más cercano a un segundo padre, crea que la autobiografía de Cayetano podría ser aún más dura, los amigos prefieren no entrar en batallas.

La realidad es que en estos cinco años el nuevo duque ha transformado la casa ducal y le ha dado un giro total, como él mismo puntualizó hace un mes. Hizo esas declaraciones cuando abrió al público la joya de la corona: el palacio de Alba. Es probable que si Cayetana levantase la cabeza se horrorizara viendo que grupos de 20 personas con cascos en las orejas recorrien día a día su palacio. Pero también haría lo mismo su propio padre, Jacobo Fitz-James Stuart, si levantase la testa de su tumba y viese el devenir vital de su primogénita. De hecho, lo más probable es que hubiese desenfundado el sable retando en duelo a Jesús Aguirre o a Alfonso Díez. Porque convencional, lo que se dice convencional, Cayetana no fue. Y Carlos, tampoco.

El paso al hermetismo

En estos cinco años desde la muerte de Cayetana se ha pasado de la exposición mediática al hermetismo. La duquesa bailaba sevillanas, se rodeaba de toreros y se paseaba por la feria de Sevilla y por las playas de Ibiza o Marbella con sus vestidos hippies. El duque Carlos, por el contrario, prefiere ir a los estrenos del Teatro Real, a las reuniones del patronato del Museo de Prado, navegar con su embarcación a motor, visitar las instalaciones solares de sus fincas, rentabilizar el patrimonio heredado o tomarse su aperitivo en Mazarino, donde incluso tiene su propia mesa resguardada.

Por el contrario, el viudo, Alfonso Díez, lleva una vida tranquila: va al cine, lee mucho y organiza frecuentes viajes con su grupo de amigos para visitar Italia, Francia o cualquier país que se le ponga a tiro. El duque viudo está hecho un viajero empedernido. Y si Alfonso tiene algo muy claro es que los amigos de su esposa Cayetana no son los amigos de su hijastro, Carlos. Por lo tanto, nadie se puede sentir ofendido por no seguir asistiendo a Liria o a Dueñas; el duque tiene sus propios amigos, aunque por deferencia al recuerdo de su madre de vez en cuando invita a algunos a sus palacios. Pero Alfonso, por ejemplo, cuando está en Sevilla prefiere alojarse en uno de los negocios hoteleros del duque de Segorbe.