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García Vernetta, el primer amor de Rocío Jurado que compartía amantes con su hermano

El pasado lunes falleció el que fuera representante y pareja de Rocío Jurado, un hombre que, junto a su hermano gemelo, dio mucho que hablar en su juventud

Valencia 1-9-1971.- La cantante Rocío Jurado con su novio, el empresario, Enrique García Verneta
Valencia 1-9-1971.- La cantante Rocío Jurado con su novio, el empresario, Enrique García VernetaEFEEFE

Sebastián y Enrique García Vernetta en su tiempo eran considerados “el terror de Valencia” porque no dejaban viva a ninguna de las “vedettes” que actuaban en los entonces muchos escenarios levantinos. Hoy son bastantes menos, ay... Vamos de mal en peor, como puede verse en Madrid y la ciudad condal. No perdonaban a ninguna, de cualquier pelaje. Eran implacables en la seducción, asumida como algo tan natural como el aire que respiras. Cautivaban como afortunadamente ya no se estila. La nostalgia no es un error y a ella recurro habitualmente para no caer en la depresión. Algunos de sus flirts tuvieron una prolongada relación superior incluso al tiempo de su contrato artístico. Los temían, envidiaban y admiraban al mismo tiempo. Muy liberales, comentaban jocosamente, pero certeros, que “el uno se la pasa al otro cuando se cansa de tanto usarla”.

Eran la comidilla ciudadana habitual y unían admiración, envidia y desprecio. Los hay incomprendidos. Crearon una leyenda y todas las que llegaban al asedio nunca los rechazaban. Iban rendidas y dispuestas al relativo sacrificio, porque se trataba de unos hermanos gemelos mas que bien parecidos: morenos de verde luna, pelo rizado, simpáticos y de mucha labia, bien vestidos, con un aspecto internacional pero un cálido aire latino y arrebatador. No costaba rendírseles y algunas del gremio artístico tenían fama de facilonas/es cuando solo eran naturales. En el teatro no existían tabús sexuales, su trabajo sentimental complementaba al artístico. Ya no quedan hombres ni situaciones así y hoy nadie lo permitiría, qué lástima. Con el tiempo, y quizá cansado de seducir o dejarse querer, Sebastián sentó su alborotada cabeza. Descanse en paz.