Casa Real

Felipe VI, aquellos maravillosos años

Disfrutaba en pandilla de tardes de deporte y noches de fiesta en Mallorca. Allí también conoció sus primeros amores

Hubo un tiempo en el que la Familia Real trasladaba en julio y agosto su residencia oficial al palacio de Marivent, el eufemismo se debía a que los Reyes siempre trabajaban no cogían vacaciones. Luego comenzaron a veranear, se acabó el eufemismo y con la llegada, hace 16 años de Doña Letizia a la Familia real, se diferencia entre vacaciones oficiales, en Mallorca y las privadas, en cualquier lugar del Planeta, aunque este año atípico no habrá descanso privado.

La Familia Real ha vivido varios «veranos raros» desde 1973, que es cuando decidieron trasladar y fijar su residencia estival en Mallorca, ya que antes se dividían entre Estoril y Grecia. Don Juan Carlos y Doña Sofía han sido siempre unos apasionados del mar, Marivent era perfecto. Ellos, que tenían entonces 35 y 34 años, respectivamente, navegaban y sus hijos de 9, 8 y 5 años, aprendían en la escuela de Cala Nova a un tiro de piedra del palacio. No acudían solos, lo hacían en compañía de sus primos los Gómez-Acebo, de los hijos del ex Rey de Bulgaria y de los primos griegos, los hijos del ex rey Constantino y Ana María de Grecia, hermanos de la Reina Sofia y, ocasionalmente, ya de adolescentes se unía el primo Luis Alfonso de Borbón. Todos ellos formaban una buena pandilla y juntos aprendían vela y jugaban en el recinto de Marivent.

Las jornadas veraniegas eran largas y como alguna vez les quedaban asignaturas para septiembre o flojeaban en sus estudios, también les acompañaban en esos veraneos, algunas profesoras del colegio que les tenían retenidos unas horas en palacio para estudiar y hacer deberes. Eran los veranos en los que posaban todos vestidos igual, incluida Doña Sofía. Conforme fueron creciendo dejaron de posar vestidos igual y comenzaron sus salidas del palacio a la plaza de Gomila o al Polka y al Casablanca en el centro de Palma o a la discoteca del Club de Mar o al Tito’s en el paseo marítimo de la ciudad. Curiosamente esa discoteca también ha albergado a la joven generación Borbón, la de Froilán, Victoria Federica y los Urdangarin. Por cierto, que las primeras salidas de los tres hermanos Borbón, cuando Felipe tenía 15 años estaban tuteladas por Don Juan Carlos y Doña Sofía, que se sentaban en la terraza de la discoteca Clan, la de los molinos de viento, mientras que los tres hijos bailaban en el interior. También comenzaron a recibir visitas internacionales, más allá de los ex reyes griegos y sus hijos que estuvieron dos décadas de residentes vacacionales fijos en Marivent y, en los últimos años, también se incorporó Marie Chantal Miller que traía el barco de su padre, el Mari-Cha III.

Prendado de Gwyneth Paltrow

Posiblemente las de los Príncipes de Gales fueron las más mediáticas y un inmenso reclamo turístico para las Baleares, pero tampoco hay que descartar la de Gwyneth Paltrow invitada por Kyril de Bulgaria de la que Felipe quedó prendado durante algún tiempo. Poco a poco y según crecían, las infantas y el príncipe de Asturias, aumentaron la vida social fuera del palacio, donde conducían sus propios coches, salían con normalidad por la isla, y vivían sus primeros amores. El entonces príncipe fue pillado por los paparazzis en la isla de Cabrera a solas con Isabel Sartorius y precisamente no estaban tomando el sol, ahí se supo de la existencia de la joven rubia, que ha pasado a la historia como la primera novia.

Las vacaciones en Mallorca, que empezaban la tercera semana de julio y apuraban hasta primeros de septiembre, siempre han girado en torno a la navegación. Todos competían en las regatas de la Copa del Rey o en la Breitling. Y si no era como tripulantes, lo hacían como seguidores. Era normal ver llegar a las infantas y al príncipe al club náutico, en moto o en bicicleta, con sus mochilas y preparar sus embarcaciones, y, al terminar quedarse con sus amigos a tomar un refrigerio en la terraza del náutico o de puerto Portals, que es donde se disputaba la regata Breitling.

En Portals se encuentra el restaurante Flanigan, propiedad del íntimo amigo del Rey Juan Carlos, Miguel Arias, que ofrece una de las mejores tartas de manzana de Baleares y la preferida del Emérito. Básicamente el truco consiste en que es redonda, muy fina y crujiente. No era raro ver a la familia real y a sus invitados cenar un día sí y otro también, allí. Podías desembarcar y encontrarte codo con codo con el Príncipe Felipe, que siempre antes de sentarse con su tripulación, nos saludaba a todos. Curiosamente, lo hacíamos en una terraza que ofrecía cócteles con nombres tan curiosos como Príncipe Felipe o infanta Elena. Con el tiempo, Letizia impulsó para salir a tomar algo, la zona del Portixol, dejando Portals para sus suegros.

El día que el Rey Juan Carlos recibía a las autoridades en el palacio de la Almudaina, en aquel verano de 2010, Letizia, llevaba seis años como princesa e improvisaba su agenda sobre la marcha. Era una mañana tranquila y pude ver en la lejanía, una figura delgada que, según se iba acercando al náutico, iba saludando a los viandantes que se encontraba a su paso, con la naturalidad del que se sabe observado por 50 teleobjetivos. Era Letizia en pantalón bermudas vaquero, camiseta marinera de rayas con aplicaciones de pasamanería negras y brillantes en los hombros, bolso de cuero marrón troquelado en bandolera y zapatillas planas. Sin apenas maquillaje. Según llegaba a la puerta, sonríe y saluda a los fotografos con un «Buenos días» y entra en el Real Club Náutico de Palma.

Yo estaba entre las plantas de la entrada y de pronto ella se giró y me dijo:»Hola Carmen». No di crédito y me salió un espontáneo: «Hija, qué memoria» y ella me contestó: «Es normal que os conozca y hay que tener buena memoria». A continuación el apretón de manos que casi te «descuajeringa» la mano: fuerza y decisión. Aprovechando esta complicidad, le pregunté por el parche que lucía el entonces príncipe Felipe, en el cuello y me dio evasivas. Así que me quedó la duda de si era un parche contra el mareo o contra el dolor. Ella aprovechó para recordarme que siempre nos quedamos con estos detalles y me menciona lo de sus supuestos «braquets» dentales, haciendo una mueca donde veo perfectamente su dentadura sin hierros. Luego le pregunté si seguirían sus vacaciones en Mallorca, y me contestó que eso nunca se sabe, y que si yo creo que lo suyo son vacaciones: «¿Esto son vacaciones privadas? ¿Tienes tú la solución? Pues yo tampoco».