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Un asaltacamas llamado Boris Johnson

Divorcios, infidelidades, hijos oficiales y «extraoficiales»... La vida privada del «premier» británico es un culebrón

Boris Johnson and Carrie Symonds expecting a baby
Boris Johnson y Carrie SymondsYui Mok/PA Wire/dpaYui Mok/PA Wire/dpa

¿Cuánto tiempo pasará hasta que otra amante de Boris Johnson airee en los medios su debilidad por las mujeres? La pregunta vuelve a rondar estos días por los tabloides británicos ante la reaparición de Jennifer Arcuri. La exbailarina y empresaria estadounidense de 35 años ha admitido en una entrevista al «Daily Mail» que lo suyo con el entonces alcalde de Londres fue más que una amistad. Incluso más que sexo: «Me importaba mucho ese hombre y creo que eso lo deja absolutamente claro». De hecho, quizá fue algo más que amor: un buen negocio.

El pasado mayo, los rumores sobre la aventura tiempo atrás entre Johnson y Arcuri llevaron a la Policía a investigar al «premier» británico por sus vínculos con la empresaria tecnológica, quien recibió 140.000 euros del Consistorio londinense por diversos servicios de su compañía mientras su amante ocupó el cargo, entre 2008 y 2016. La investigación no encontró pruebas de un supuesto trato de favor, pero después de que Johnson abandonara la alcaldía, Arcuri no volvió a colaborar con esa administración. De aquel escarceo extramarital al menos ha quedado una relación cordial entre ambos, lo que resulta toda una excepción en el historial amoroso del político, acostumbrado a dejar en sus esposas y amantes las heridas del engaño y el abandono. La de la abogada Marina Wheeler, con quien estuvo casado hasta 2019, aún sigue rezumando resentimiento.

El ahora primer ministro britanico, Boris Johnson, junto a la modelo Jennifer Arcuri en una imagen de octubre de 2013
El ahora primer ministro britanico, Boris Johnson, junto a la modelo Jennifer Arcuri en una imagen de octubre de 2013larazon

«Es un bastardo egoísta». Lara (26 años), la hija mayor de Boris y Marina, no tiene reparos en decir lo que piensa de papá, en términos incluso más gruesos. Los tres hijos de la pareja, Milo (24), Cassia (22) y Theodore (20), han elegido el mismo bando que su hermana en el traumático divorcio que puso fin a 25 años de matrimonio. Ninguno quiere saber nada de su padre, hoy felizmente casado conCarrie Symonds, la quinta y última amante (conocida) con la que Marina compartió a su marido. Cuando supo de ella, estaba luchando contra un cáncer de útero que la obligó someterse a dos intervenciones y a varias sesiones de quimioterapia. Johnson podría aducir en su descargo que Marina no era ajena a su carácter promiscuo cuando se conocieron y comenzaron una aventura a espaldas de su primera mujer, Allegra Mostyn-Owen, una compañera de universidad en Oxford con quien llevaba casado seis años y que se negó a formar parte del triángulo amoroso. En mayo de 1993, 12 días después de que un juez legalizara la separación, Boris y Marina se casaban. Cinco semanas más tarde nacía Lara.

A juzgar por la secuencia de sus «affairs», seis años son su límite de resistencia antes de buscar nuevos alicientes en otros dormitorios. Cuando Theodore, el hijo pequeño, estaba en camino, a los seis años de la boda, «The Mail on Sunday» revelaba que Johnson mantenía una relación conPetronella Wyatt, figura conocida en los círculos elitistas de la política británica. Él negó la información y amenazó con demandas, hasta que la propia Petronella reconoció el vínculo y reveló que había sufrido un aborto del hijo que esperaban. El escándalo amenazó con poner en riesgo la incipiente carrera de uno de los políticos más prometedores del Partido Conservador. Sin embargo, ya entrados en el nuevo siglo, los británicos comenzaban a ser más permisivos con las debilidades de sus representantes, de manera que la única damnificada de la ligereza de Johnson fue Marina, quien asumió el papel de esposa sacrificada y madre amorosa capaz de tragarse el orgullo por conservar a su familia. No habían pasado ni dos años cuando la periodista Anna Fazackerleycompartió con la prensa un idilio con Johnson repleto de promesas incumplidas. Esta vez, Marina le echó de casa, pero solo durante el corto periodo en que Johnson tardó en convencerla de nuevo de que lograría combatir su incómoda tendencia de carácter. Él mentía y ella se engañaba.

Boris Johnson junto a su novia Carrie Symonds en el congreso del Partido Tory/Reuters
Boris Johnson junto a su novia Carrie Symonds en el congreso del Partido Tory/Reuterslarazon

Otro hijo extramarital

La experta en arte Helen Macintyre protagonizó el siguiente culebrón doméstico hecho público otra vez en los medios y agravado por una paternidad inesperada. Según reveló el «Daily Mail», Macintyre dio a luz a un hijo de Johnson en 2009. Las implicaciones esta vez eran más serias, pero el guión fue idéntico a los anteriores: Marina le ponía las maletas en la calle, él mostraba arrepentimiento y ella, complacencia. Quizá se acumulaban muchas absoluciones como para no pensar en un acuerdo de pareja en el que quedaba excluida la fidelidad. Su aventura con Jennifer Arcuri abundaría en esa suposición. Es posible que Marina creyera que de esa forma recuperaría una estabilidad familiar que la agitada pulsión sexual de su particular Casanova no dejaba de agitar. Tal vez a cambio le exigiera una mayor discreción para no volver a ser la esposa más compadecida de Inglaterra. Carrie Symonds acabó con sus esperanzas y con su matrimonio cuando en 2018, siendo directora de Comunicación del Partido Conservador, vio en Boris lo que tantas otras mujeres antes que ella. Esta vez, el ya primer ministro no pidió perdón. Se limitó a decir adiós para comenzar una nueva vida. O al menos es lo que espera Carrie...