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Sánchez podría entrar en el «Guinness» por su capacidad de síntesis
Nos quejamos muchas veces de lo mucho que hablan los políticos sin decir nada, de su verborrea fullera, de cómo manipulan las palabras, y cuando surge un ejemplo claro de precisión y síntesis por parte de nuestro presidente, también las redes estallan en coñas marineras sin fin. Es injusto. Ante el asombro del mundo y el silencio atónito de los participantes en la cumbre de la OTAN en Bruselas, Él fue capaz de hacerle a Joe Biden en 30 segundos un análisis de la situación económico-social de Latinoamérica, de la agenda progresista de ambos, de los fuertes lazos militares que unen desde hace años a los dos países y de la evolución del cambio climático. Ante tal alarde, no es de extrañar que, como se vio claramente en las imágenes del breve paseo, el presidente de los EE UU se quedara de hielo, aunque algunos apuntan que eso es algo muy habitual en Joe cuando se le arrima un tipo al que no conoce muy bien para hacerse un selfie sin que acudan prestos sus guardaespaldas. Otros señalan que su actitud gélida se debe más bien a la sesión de crioterapia que recibe cada mañana para planchar las arrugas y fijar la cara de póquer que exhibirá ante los aliados que supone filocomunistas. De cualquier forma, bien pudo decirle en la despedida: «Muchacho, si un día pierdes el empleo, siempre habrá un hueco para ti entre mis speechwriters». Pero no quedaron para tomar una copa. Aquí, el «Bienvenido míster Marshall» de Berlanga se quedaría en menos que un corto: en un flash. Cuentan que la impulsora del flash que no llegó a flechazo fue Kamala Harris y que ésta recibió algo así como 6,3 millones de dólares para un proyecto de ayuda a los pobres de su distrito a cambio del paseíllo sin orejas en la capital belga. Una minucia si tenemos en cuenta lo que esa aproximación al codo presidencial norteamericano ha supuesto para la imagen internacional de España y, sobre todo, de Pedro. Él fue Marca España durante 30 segundos. Muchos más tiempo durarán los aplausos que recibirá de su Gobierno en los pasillos de la Moncloa antes del Consejo de Ministros, como es habitual. Y podría entrar ya en el «Guinness» como rey del epítome.
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