Crónica

Iván aprende a volar en parapente por si llega el momento del barranco

Iván Redondo
Iván RedondoEUROPA PRESS/E. Parra. POOLEuropa Press

Cuentan que mientras medita qué hacer con su destino, si unirlo al de Jaume Roures (la tele) o volver a la Universidad a dar clases del Capitalismo Inclusivo que pregona Begoña Gómez, en los ratos libres Pablo Iglesias asesora a varios políticos sobre las series o películas que deben ver este verano para mejorar discursos y refrescar ideas. Ya se sabe que a Iván Redondo le aconsejó «El ala oeste de la Casa Blanca», y de ahí la frase épica que el asesor soltó en el Congreso: «Yo me tiro por un barranco por mi presidente». La dijo Martin Sheen en la serie citada y sin pisar el ala oeste de la Moncloa. Lo que no ha confesado el pillín de Iván es que, ante la remota posibilidad de que el «momento barranco» esté próximo, en Moncloa se comenta que está recibiendo clases de vuelo en parapente, por si acaso. Chico listo y volátil.

El 25 de este mes concluye el plazo dado por la Casa Blanca a las Fuerzas Armadas de EE UU para que presenten un informe sobre si existen o no los ovnis. Pedro Sánchez se encuentra muy ilusionado. Cree que quizá ha llegado el momento de que conozca su auténtico origen, o sea, si pertenece al Lado Oscuro de la Fuerza o al Lado Luminoso de la Fuerza, cosa que ni su Jedi personal (Redondo) ha logrado aclarárselo del todo. Tan solo le ha insinuado, una vez más, que la política es el arte de lo que no se ve, como la materia oscura del universo, que dicen que está ahí pero nadie la ha visto, pero Él prefiere «la verdad está ahí fuera», célebre frase de la serie «Expediente X» que ahora revisa por consejo de Iglesias y que, de paso, le está animando a impulsar la NASA española. Iván completa su formación de hombre pájaro pero no olvida cultivar el virtuosismo sintético del presi cara a un próximo encuentro en cualquier pasillo con el presidente norteamericano Joe Biden, por si además de la situación en Latinoamérica, las agendas progresistas de ambos, los fuertes lazos militares que unen a los dos países y el cambio climático, puede meter una cuñita sobre la cuestión hispano-marroquí antes de que Iglesias le aconseje a Arancha González Laya «Bajarse al moro».