Opinión

La crónica de Amilibia: Vamos hacia un país completamente despelotado

En ese anhelado mundo woke, el material antidisturbios pasará a ser considerado como arma de destrucción masiva contra el pueblo democrático

Segundo día de protestas contra el encarcelamiento de Pablo Hasel
Segundo día de protestas contra el encarcelamiento de Pablo HaselDavid ZorrakinoEuropa Press

Leo que con la derogación de la llamada Ley Mordaza tratan de eliminar las pelotas de goma que la policía lanza contra los manifestantes violentos. No es un detalle baladí: el fin de las pelotas de goma es algo así como el signo (aquí entra la semiótica) de que vamos con paso firme hacia un país despelotado, un país wonderful, rosa y neojipi en el que las guerras sólo se verán en la política y en “Sálvame”, y el amor sólo se hará a través de Tinder o en el Metaverso de Mark Zuckerberg o con juguetes sexuales, que es la industria que florece con el apoyo desinteresado e indirecto de Irene Montero y “Pam”. El gobierno de fusión quiere el fin de todas las pelotas para, me imagino, disolver con confeti, serpentinas y matasuegras a esos chicos alegres que incendian las calles, saquean comercios y arrojan adoquines a las Fuerzas de Seguridad.

En ese anhelado mundo woke, el material antidisturbios pasará a ser considerado como arma de destrucción masiva contra el pueblo democrático. O sea, que si se emplearan cañones de agua, pedirían que ésta la arrojaran mezclada con whisky. Si se lanzaran botes de humo, que al menos fueran de maría jamaicana que coloque con todas las garantías de salubridad. Y ya puestos, muy puestos y colocados, exigirían que se cambien las porras por porros (ya liados). Ah, y que las multas sean proporcionales a los ingresos de los manifestantes, o sea, cero. Así nacerá la manifestación-fiesta en la que los participantes, al final, en la apoteosis, en vez de hacer el clásico calvo a la madera, les mostrarán sus pelotas al grito de “¡ahora las tenemos nosotros!” O algo así