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Antonia San Juan deja«La que se avecina»

La Razón
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Será la más acusada baja en el reparto televisivo, donde aún se añora a Emma Penella, Gemma Cuervo –en su faceta más cómica, poco explotada escénicamente– y la inolvidable Mariví Bilbao. Superado el impacto original que aportaron «el Recio mayorista de pescado» y la alocada Cuqui, las situaciones van desdibujándose. Ya raya el disparate, donde Fernando Tejero casi repele igual que en la vida misma. Siempre es desagradable con los medios y en nada se parece a sus hermanos, banderilleros de Enrique Ponce, que anda de cumple profesional. Esta temporada echará el resto y el día grande de la feria valenciana apadrina el debut de Jesús Duque, un torero de la tierra. Les acompañará El Juli y ya se anuncia como «la corrida de Fallas». En ella hay otro debut: el de Alipio Pérez-Tabernero, vieja dinastía de ganaderos salmantinos, que con esta rentrée marca un punto y aparte. Los toros como esperanza vital. Nos alegramos por todos y por la continuidad juvenil de matadores. Un gesto que honra a los veteranos.

Pero a lo que iba, otro «La que se avecina» que responde al filón televisivo donde ojalá encuentren nuevas vetas a explotar. Su adiós me lo confirmó la misma Antonia San Juan, inefable y efectista Estela Reynolds copadora de risas. Una interpretación antológica que me hace recordar momentos vividos con figuras como la que ella rescata en una parodia única muy gesticuladora. Bien explotado histrionismo, conoce el paño. «Lo dejo porque no quiero ser devorada por el personaje. Vuelvo al teatro. A mis monólogos, que tengo abandonados y no puedo permitirlo. Por encima de todo, y de un impacto como éste, están los escenarios», me contó. Al mismo tiempo, Anita Obregón me suelta algo sorprendente mientras aplaudía el «new look» que Hannibal Laguna imprimió a sus faldas acampanadas a media pierna, según la propuesta que Dior hizo con impactante superación tras la Segunda Guerra Mundial. Revolucionó la costura donde Balenciaga reinaba por su exquisitez. Éste fue un español tan irremplazable como Dalí, a quien Barcelona se resiste a darle calle, aunque ya la tenga Pepe Rubianes. Parece tan increíble como las ínfulas de Anita: «¿Ya acabaste tu película miamera?», le pregunté. «Todavía no», respondió. «Pero, ¿cuántos meses llevas de rodaje?», insistí. «Es que surgieron problemas de producción», se excusó. «¿Y empezaste la que anunciaste en Irak?» –las fronteras no existen en su fantasía–. «Todavía no. Estoy aquí porque tengo que recibir un premio importantísimo», concluyó. Son los de «Pata Negra», y generoso, le amplío que este martes se lo dan también a Cristina Cifuentes, Simeone, Terelu Campos, Fran Rivera, Ángel Nieto, Jesús Quintero y Eva Yerbabuena, a quien se lo entrega reapareciendo José María García. El Corral de la Morería, con la inefable Blanca del Rey dándole al mantón como sólo lo hace Nati Mistral, punta de esta cita artístico-jamonera de los de perniles Guijuelo de Bernardo Fernández. Sólo de pensarlo, me relamo. Vaya festín.