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Las impresionantes imágenes de la Reina Máxima de Holanda vestida de militar y pintada de camuflaje

La esposa del Rey Guillermo Alejandro se ha desplazado hasta la ciudad holandesa de Harderwijk, donde ha participado y conocido a un grupo de personal militar en formación

La Reina Máxima de los Países Bajos, pintada y vestida de camuflaje Gtres

La Reina Máxima de los Países Bajos se ha vuelto a vestir de camuflaje para participar en un entrenamiento militar con los reservistas de las Fuerzas Armadas de su país. La esposa del Rey Guillermo Alejandro se ha desplazado hasta la ciudad holandesa de Harderwijk, donde ha participado y conocido a un grupo de personal militar en formación que se instruye para convertirse en reservistas del Ejército.

Además del personal habitual, las Fuerzas Armadas también están formadas por reservistas, empleados del Ministerio de Defensa, que son llamados a filas cuando se necesitan efectivos adicionales. Y en este caso, la propia reina del país ha dado ejemplo con su participación, involucrándose en las mismas actividades que los soldados e incluso pintándose la cara de verde para camuflarse.

Una imagen hasta ahora insólita en una reina que da muestra del cambio de tendencia que en los últimos años se ha producido en las monarquías europeas. Han comprendido que la supervivencia de la Corona pasa, paradójicamente, por despojarse del brillo que las definió durante siglos.

La Reina Máxima participa en las pruebas militaresGtres

Las casas reales, otrora templos del protocolo, se esfuerzan ahora por parecer humanas, casi normales, en un intento de reconciliarse con un pueblo que ya no se deja impresionar por los palacios ni los títulos. Los reyes y herederos se dejan ver manchados de barro, con botas de trabajo o sirviendo cervezas en un pub. En la era de las redes sociales, la pompa ha pasado de ser un símbolo de autoridad a convertirse en una barrera emocional.

La Reina Máxima participa en las pruebas militaresGtres

Esta nueva narrativa busca mostrar a los monarcas como ciudadanos ejemplares que se ensucian las manos, literalmente, cuando toca. Kate Middleton y el príncipe Guillermo tirando pintas detrás de una barra, los Reyes Felipe y Letizia manchados de barro en una zona devastada por la DANA, o la Reina Máxima de los Países Bajos vestida de militar participando en maniobras: imágenes que hace años habrían parecido impensables y que hoy son casi obligatorias para mantener la conexión con la sociedad.

Además, en los últimos años también hemos sido testigos de un proceso de "militarización" de las mujeres de la realeza. La princesa Leonor, Amalia de Holanda o Isabel de Bélgica han recibido formación castrense en mayor o menor grado para reforzar la idea de liderazgo y sacrificio femenino. En ellas se ha depositado la promesa de una realeza útil, que entiende su papel no como privilegio sino como servicio. Es el último intento de las monarquías por justificar su existencia en un siglo que ya no se inclina ante coronas, pero sí ante referentes que parezcan de carne y hueso.