Biografía
Los secretos de alcoba de Rocío Dúrcal: de su “proyecto lésbico” a sus amantes
La biografía ‘Volver a verte’, de José Aguilar, recoge momentos de la vida de la artista como su amor por Uribarri o su “proyecto lésbico” más frustrante junto a Bárbara Rey
El pasado mes de marzo se cumplieron quince años desde que María de los Ángeles de las Heras Ortíz, conocida artísticamente como Rocío Dúrcal, fallecía en su casa de Torrelodones (Madrid) a la pronta edad de 61 años tras no superar un cáncer. Quince años de recuerdos y de un legado que tanto su familia como su círculo más íntimo no puede olvidar.
«Pocos niños prodigios de la época lograron sobreponerse a la fama y traspasar la línea entre la infancia, adolescencia y la madurez como lo hizo ella». Así lo cuenta José Aguilar, escritor y autor de la primera biografía de «la reina de las trancheras», «Volver a Verte», quien regresa al mercado para rendirle homenaje a la que fuese su gran amiga con un libro que lleva por título «Acompáñame», el disco que la llevó al éxito en el año 1966. En estas líneas se hace un repaso elegante y emotivo por la intensa vida de Rocío Dúrcal, en el que se juntan voces muy conocidas y ligadas a la protagonista para compartir públicamente sus vivencias y recuerdos junto a la icónica artista.
Uno de ellos es el conocido por todos José Luis Uribarri. Él fue uno de sus grandes descubridores cuando «Marieta» apenas tenía quince años e irrumpía entonces en la pequeña pantalla con «Canción de Juventud». Entonces él presentaba un exitoso programa llamado «Primer Aplauso» cuando vio a una inocente Rocío Dúrcal por primera vez: «José Luis se enamoró perdidamente de Rocío, ya no solo por su voz, su dulzura y su belleza, sino porque decía que era única. Se enamoró por completo y me comentó que ella también había sentido algo por él, pero se trataba de un amor platónico», desliza el autor a LA RAZÓN. La diferencia de edad entre ambos y lo mal visto que estaba aquello en esa época, impidió que ambos comenzasen una relación sentimental y su amor nunca pudo llegar a buen puerto.
Fue entonces cuando el nombre de Luis Sanz Fernando apareció en escena. El conocido productor, fallecido en el año 2012, fue el representante de la madre de Shaila Dúrcal durante más de diez años, y fue el encargado de «separarla» de Uribarri para firmar su primer contrato en exclusiva en el mundo cinematográfico, uno de los momentos cumbre de su carrera artística.
La aparición de Sanz fue clave en el desarrollo profesional de la artista. «Él llevó su carrera de una forma muy personal, la convirtió en un ídolo. Cuando en 1970 Rocío se casa con Junior, este tenía la idea de que Sanz les produjese películas a los dos como protagonistas, pero Luis tenía muy claro que su estrella era Rocío Dúrcal», desliza el autor de la biografía.
A partir de ese momento, la figura de Junior, el gran amor en la vida de la cantante, tuvo mucho que ver en la decisión de Rocío de apartar de su lado al representante. Tras hacer su último trabajo juntos, «Marianella, Dúrcal prescindió de Sanz porque su marido insistió en que no necesitaba nadie que la representase porque ya tenía el éxito asegurado en solitario. Según el autor de «Acompáñame», José Aguilar, eso fue un gran error: «A pesar de que sí es cierto que Rocío triunfó y le salieron las cosas bien, la salida de Luis Sanz de su vida fue un gran error. A nivel cinematográfico no hizo mucho, y con lo que hizo no se sintió satisfecha». El escritor destaca el malestar de «la reina de las rancheras» tras rodar la película «Me siento extraña», un film de temática lésbica que protagonizó con Bárbara Rey. La emisión del mismo supuso un gran escándalo a finales de los años 70, y no fue bien acogido por muchos que «La novia de España», una niña prodigio y adolescente como era Rocío, se viese expuesta en una película de esas características con desnudos integrales y escenas subidas de tono incluidas: El problema, más allá de todo esto, era su pésimo contenido y la falta de cuidado y de mimo que se tuvo con la gran Rocío Dúrcal.
Una Rocío Dúrcal en la que se veían reflejadas miles de mujeres españolas que querían ser como aquella chica con una gracia innata y una envidiable dulzura. Esa chica que tuvo que hacerse mayor antes de lo previsto y que renunció a una vida libre para entregarse por completo a su pasión. Aquel cuatro de octbre de 1944 nacía en Madrid una estrella cuya luz brilla ahora y se refleja en el rostro de sus hijas, Carmen y Shaila.
Lo cierto es que la cantante siempre estuvo muy unida a sus hijas, especialmente a Shaila, quien parece haber heredado su talento para la música y también ha conseguido desarrollar una exitosa carrera sobre los escenarios. Tuvo a la mejor maestra.
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