El diario de Amilibia: Aragónes, como Dios: aprieta pero no ahoga

La verdad: no sé a qué está esperando Juan Manuel Albares, ministro de Exteriores, para solicitar a Inglaterra que, por favor, confine a todos los monos de Gibraltar antes de que la cosa del virus vaya a más. Yo creo que el individuo que arrojó una tarta a la Mona Lisa en el Louvre lo hizo en un ataque de histeria por considerar que la Mona era en parte la culpable del virus del mono, cosa que Irene Montero se encargará de desmentir de un momento a otro mientras Garzón aconsejará reducir el consumo de monas de Pascua. Los monos del Peñón son pedigüeños y gorrones, además de hábiles chorizos: le birlan el bocata de jamón al turista en cuanto se descuida. Son tan insaciables como los indepes catalanes, que, como decía Moncho Borrajo, tienen negra a la Moreneta de tanto pedirle. A Él le pueden poner a parir, pero nunca negro: Begoña Gómez le tiene prohibida tajantemente la excesiva morenez incluso cuando veranean en Doñana.

Ahora, para compensarles de la infección de sus móviles vía Pegasus, además de regalarles otros teléfonos último modelo vía satélite, inviolables, va a cambiar la Ley de Secretos Oficiales para desclasificar todo lo que ellos, los indepes, deseen que se desclasifique, puede que hasta la tabla de ejercicios físicos de doña Letizia y la verdadera historia del Pequeño Nicolás. Cuentan las lenguas viperinas que la citada ley pasará a denominarse Ley de Cotilleos Reservados o Ley de Chismes Más o Menos Confidenciales para quitarle solemnidad al asunto y así dejarlo en algo más cotidiano y coloquial, en plan familiar y «Sálvame».

Toni Bolaño revela la máxima de Pere Aragonès en sus pulsos con Pedro Sánchez: «Apretar, pero sin ahogar». O sea, como Dios.