Entrevista

Adriana Abenia: «He aprendido a controlar la televisión y no que sea al revés»

La presentadora se abre en canal en «La vida ahora», un libro en el que confiesa cómo la vida, en modo centrifugadora, le pasó factura. Ahora vive en modo Vivir.

Adriana Abenia
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«He sufrido una afasia del habla. La resonancia cerebral no sale bien. Mi mundo del revés. Me ingresan en la séptima planta y decido llevarme el secreto conmigo. Porque ¿quién va a querer contratar a alguien tan vulnerable como yo?». En el prólogo de «La vida ahora» (Ed. Vergara), Adriana Abenia confiesa, por primera vez, haber sufrido una agresión sexual multitudinaria cuando ejercía de reportera, un capítulo del que jamás habló y que se vio sucedido de un ictus al que no dio nombre ni entonces, ni ahora. «Narro con bastante detalle, aunque suavizado, lo que me pasó ese 7 de octubre de 2010 para que la gente vea que de repente, me vi sumida en la mierda y dejé de ser yo misma: la ansiedad se apoderó de mí, tenía crisis de pánico, sufría en silencio… No se lo conté a nadie para que no fuera tan real, para que no sintieran pena por mí y para no tirar todo por la borda», explica.

Comenzó escribiendo el libro a modo de diario para más tarde, conectar con el lector con el fin de buscar su empatía, su comprensión y hacerle ver que no está solo. «Decidí escribir mi historia porque en las redes sociales volcamos grandes mentiras, y la gente necesita ver que la vida no es perfecta. En alguna ocasión me he culpado por no ser honesta y mostrar solo los momentos felices», comenta. Asegura que dedicarte a lo que te gusta puede ser venenoso, pues gozas tanto de lo que haces que renuncias a muchas cosas. «Llega un momento en el que no tienes tiempo para tener conciencia de ti mismo ni para parar, frenar, reflexionar y saber qué buscas en la vida. Ya no permito ir a toda velocidad y elijo lo que quiero y no quiero hacer. No dejo que la cuerda se tense tanto; vería impensable que volviera a suceder, porque no soy la misma», dice.

En este libro sin filtros ni pudores, no solo se sincera sobre cuestiones de salud, sino que confiesa que su salida de «Sálvame» ni fue fruto de una decisión propia, ni se gestionó bien. Sin embargo, prefirió mentir para proteger a La Fábrica de la Tele.

Escuchar a nuestra voz

«Ojalá hubiera podido esquivar el programa de ‘‘Sálvame’’. Pero caprichos de la vida, todo se va al garete ahí. Siempre he intentado demostrar a la gente que era lo suficientemente buena, en lugar de poner el foco en que me hiciera feliz lo que estaba llevando a cabo. Hay que escuchar más a nuestra voz que a las ajenas», asegura Abenia, que señala que su despampanante belleza le ha hecho tener que demostrar su talento. «Sin embargo, sería absurdo negar que mi físico me abrió las puertas de la televisión, pero luego has de demostrar tu valía, máxime si abrazas un personaje, que en mi caso fue necesario, porque ‘‘Sálvame’’ era un programa muy vivo en el que nunca sabías por dónde te iban a salir. Me aferré a mi personaje porque estaba muy expuesta y soy muy celosa de mi vida personal. Aunque tiró de mí cuando estaba tan mal, le tuve que decir adiós cuando dejé de notar la diferencia entre la persona y el papel. Ya no malgasto tiempo con gente con la que no quiero estar», dice la presentadora. «Me da mucha pena haber pasado momentos tan terribles por estar delgada. Seguía dietas draconianas en un momento en el que el referente era Kate Moss. Cuando la moda llegó a mi vida, empecé a tener una relación muy mala con la comida. Cuando terminó la moda, todo aquello quedó en el olvido. Aunque la gente no me cuide, yo sí. He aprendido a controlar la televisión y no al revés». Le damos las gracias por no dejarse controlar.

Otros confesiones en «La vida ahora»

Sobre la salud mental, Abenia asegura que «nunca he ido a terapia y tendría que haberlo hecho. Antes estaba súper mal visto ir al psicólogo, pero el bienestar y la salud mental son prioritarias en este mundo».

Sobre la importancia de la comunicación con su hija, la presentadora revela que «trato de que la comunicación entre Luna y yo sea muy fluida. Intento enseñarle que no se puede ser amiga de todo el mundo ni gustar a todos».