Duelo

Consuelo Berlanga: la vida después del adiós

Un año después de la devastadora pérdida de su marido, la periodista regresa a la televisión con una serenidad nueva, íntima, y todavía frágil. EnEl Show de Bertín, Berlanga abre las puertas de su duelo y de la lenta reconciliación con la vida

Muere Ricardo Pita, el marido de Consuelo Berlanga.
Muere Ricardo Pita, el marido de Consuelo Berlanga.Gtres

Mucho más entera que hace un año, Consuelo Berlanga ha reaparecido en televisión para ofrecer un retrato sincero de cómo transita, paso a paso, el camino de la ausencia. La comunicadora, una figura querida por varias generaciones, visitó El Show de Bertín para narrar, sin dramatismos pero con verdad, las etapas del duelo que aún recorre tras la muerte de su marido, el médico Ricardo Pita, con quien compartió cuatro décadas de una vida luminosa.

La pérdida la dejó, como ella misma describe, en un estado de puro desconcierto. "Ahora mismo estoy reconciliándome con la vida; no ha sido fácil y no es fácil. No puedo decir que esté bien", confesó ante Bertín Osborne con una serenidad que solo da el tiempo vivido, no necesariamente el tiempo curado. "Mirando hacia atrás, veo que he pasado y paso por lo que atraviesa todo el mundo. Al final las reacciones son las mismas".

Shock total

Ese primer momento, el impacto inicial, se recuerda como una suspensión absoluta de la realidad. "Es un shock total. Te quedas catatónica, no quieres saber nada de nadie, nada te interesa", explica. Un letargo emocional que pronto desemboca en la pregunta más elemental, casi infantil por su sinceridad: "¿Por qué me ha pasado a mí, con lo feliz que era y lo bien que estábamos juntos?".

Después llegó la rebeldía, esa furia muda que despide a la negación. "Una etapa de rebeldía tras haber estado en plano", resume. Y luego, la constatación más dura, la que no admite pactos: la ausencia es definitiva. "Empiezas a pensar: no está, no va a volver. No vas a tener su sonrisa ni sus palabras". Esa certeza, sin embargo, va colocando lentamente las piezas en su sitio. "A la vida no le marcas tú el guion. O lo aceptas o tomas el camino equivocado".

Berlanga reconoce la fortuna que supuso haber tenido tiempo para despedirse, para comprender, para acompañar. "He tenido la suerte de tener a una persona que amaba la vida profundamente y la fortuna, porque si se muere alguien de sopetón es durísimo, de que tuvimos tiempo de prepararlo".

En su reflexión, tan íntima como universal, deja una frase que sintetiza lo que muchos evitan nombrar: "El duelo, duele". Lo dice sin pudor y casi como un recordatorio social. "No puedes pretender que no. Hay quien siente vergüenza de llorar o de reconocer que está mal, y no debe ser así. Las lágrimas curan. Sana por fuera, y si no sale, algo enferma por dentro. No hay que tener miedo a que te vean triste".