Accidente de tráfico
La primera reacción de Fran tras el accidente de su hermano Cayetano Rivera: "Lo importante es que está bien"
El extorero intenta cerrar la grieta en una frase -"no ha pasado nada"-, pero España ya ha decidido que este accidente no es un accidente aislado, sino el siguiente capítulo de una novela familiar que nunca termina
Fran Rivera apareció esta mañana con el reflejo de la serenidad programada. "Ha sido un susto", dijo. Y repitió el mantra para fijarlo en el aire mediático: "Lo importante es que no ha pasado nada y que no ha habido daños a nadie". Es el tipo de frase que España reconoce: es la frase que se dice cuando se quiere clausurar un relato antes de que empiece. Pero lo cierto es que este domingo hay algo que se ha roto, aunque no haya habido víctimas humanas: la sensación de inmunidad narrativa de Cayetano.
La reconstrucción que se conoce es, en sí misma, un cuadro: madrugada, coche contra palmera, césped de rotonda, y un torero caminando a pie hacia su casa. Dos testigos lo ven unos minutos sobre ese césped, como si necesitara algo tan básico como el aire frío sobre la cara para medir la realidad. Minutos después, patrulla. La policía local llega. Va hasta la casa del torero. Encuentra la puerta del garaje abierta. La escena parece escrita por un guionista de novela negra costumbrista.
No dio positivo en la prueba de alcoholemia
Y después -explican fuentes consultadas por "El programa de Ana Rosa"- Cayetano amable, correcto, casi cooperante… salvo en un punto: no querer someterse a la prueba de alcoholemia. Es ahí donde se abre el matiz que convierte un "susto" en materia noticiosa y subtexto cultural. Porque la policía, aunque él se niegue a soplar, puede hacer un parte. Puede redactar un acta de sintomatología. Puede dejar constancia de si el torero parecía o no bajo efectos del alcohol. Sin embargo, la revista "¡Hola!" se pone en contacto con Cayetano quien asegura que no dio positivo en la prueba de alcoholemia.
Aquí el relato se transforma en política emocional: no hubo daños personales, nadie salió herido, la palmera cayó, pero la metáfora creció. Una palmera derribada en una urbanización bien trazada de Sevilla tiene más valor simbólico que muchas columnas de opinión. Es una pieza visual perfecta: el mito Rivera atravesando la noche, el eco de Carmina, España viendo caer otro árbol.
Fran, que sabe lo que pesa un país entero sobre un apellido, intenta bajar la temperatura: "Gracias a Dios no ha pasado nada grave". Pero España ya ha empezado a narrar esto como un episodio que se suma a los anteriores. Porque los accidentes no se leen en singular cuando los protagonistas son leyendas en decadencia controlada.
Quizá por eso Fran insiste en lo literal: "no ha habido daños a nadie". Pero la frase, en su intención contenida, revela otra verdad: cuando se habla de un Rivera, "nadie" nunca significa solo cuerpos. También significa mito. También significa reputación. También significa futuro. Y en esa palmera partida, está la grieta que preocupa.