
Entrevista
Susana Molina nos habla de sus miedos a dos semanas de su boda: "No quiero poner las expectativas muy altas"
La influencer presenta el pódcast de Podimo "La sobremesa" y se sincera con LA RAZÓN sobre el buen momento profesional que atraviesa y las emociones que la embargan a pocos días de pasar por el altar
Apenas tenía 23 años cuando se convirtió en uno de los rostros más conocidos del panorama nacional. Susana Molina se alzó en 2013 como ganadora de aquella edición de “Gran Hermano”, en una época en la que la televisión seguía congregando a millones de espectadores y en la que los concursantes del reality tenían todas las papeletas para convertirse en estrellas de la farándula. Pero la murciana decidió dar un paso atrás y tomar la senda del mundo digital cuando ser influencer todavía no estaba de moda. “Fui yo la que apostó por meterme en una agencia de redes sociales con chicas que hacían publicidad en vez de hacer tele. Parecía que la que había fracasado era yo porque había ganado y no estaba en la tele, pero al final creo que acerté y me ha ido bien. Es que la tele no era lo mío, no quería estar en un sitio que ni se me da bien ni me gusta ni disfruto”, cuenta a LA RAZÓN.
Sin embargo, años más tarde regresó a los platós de la mano de “La isla de las tentaciones”, un formato que la potenció como creadora de contenido. “Me empezaron a llamar marcas que antes no habían trabajado conmigo”, asegura Molina, que no descarta volver a participar en un reality: “Diría que sí si me cuadra con el momento en que esté. Me encanta vivir los relities desde dentro, lo que no me gusta tanto es lo de después, los debates y los platós, porque me pongo muy nerviosa y pienso que no sé hacerlo”.

Totalmente centrada en su faceta de creadora de contenido, ahora genera millones de euros en publicidad y cuenta con más de un millón de seguidores en su perfil de Instagram, un valor seguro para las marcas que buscan anunciarse con ella. Además, presenta en Podimo su propio pódcast, “La sobremesa”, por el que han pasado nombres tan destacados como Dulceida o María Pombo: “La primera temporada fue muy guay y ahora estamos con la segunda. A ver si también llega la tercera”.
Al margen de su rol más público en redes sociales, Molina también ha probado suerte en el sector empresarial y, junto a su pareja, Guillermo Valle, dirige Womo, una sociedad que se define como un punto de encuentro entre los perfiles más influyentes del panorama nacional e internacional y los productos o experiencias que una empresa quiera promocionar. Cuenta con cerca de 12 empleados, y Molina se siente satisfecha con los resultados que está cosechando: “Es verdad que en estos cuatro años, yo como individuo no he recibido beneficios, no es rentable para mí, pero la empresa sí es rentable. Lo que pasa es que siempre invierto los ingresos en eventos, en publicidad, en contratar a más gente… Gracias a eso, ahora puedo delegar más y dedicarme a otras cosas como, por ejemplo, el pódcast”.

Menos de un mes para su boda
Una relativa tranquilidad que también le permite ocuparse de los últimos preparativos de su boda con Guille, que tendrá lugar el próximo 13 de junio. Apenas quedan dos semanas para su gran día, y Molina no ve el momento de verse en el altar frente al hombre que ha elegido como compañero de vida. “Estoy un poco agobiada y con muchas ganas de que llegue ya el día. Quiero pasármelo bien porque ha sido casi un año preparando un solo día y tengo mucho miedo de no pasármelo bien. Con todo el dinero y el esfuerzo que ha conllevado, me asusta no pasármelo bien, por lo que no quiero poner las expectativas muy altas ese día”.
"Guille no es un socio al uso, es mi futuro marido"
A partir del 13 de julio, con Guille compartirá mucho más que el negocio que dirigen, aunque no le asusta que pasar demasiado tiempo juntos pueda afectarles como pareja: “Llevo muy bien trabajar con él porque tenemos tanta confianza que sé que si yo no puedo dar el 100 % en algún momento, él va a dar lo que me falte a mí, y viceversa. No es un socio al uso, es mi futuro marido. Y la verdad es que tampoco pasamos tanto tiempo juntos, porque él está en la oficina y yo casi siempre trabajo en casa, así que solo nos vemos por la noche”.
La perenne crisis vital
Tras contraer matrimonio, tiene claros cuáles son los siguientes pasos que se espera que dé: “Justo después de casarme ya me preguntarán que para cuándo el bebé, aunque sí es cierto que soy la primera que quiere formar una familia”.
Con 35 años, Susana Molina se siente en este momento “de señora” en el que sus prioridades son “tener una casa y mantenerme como estoy”. Como otros muchos de su edad, siente cierta presión por “el tema de la maternidad”, una consecuencia de la temida crisis de los 30 que, pasada, se concatenará con la de los 40, y después con la de los 50: “Pasados los 30, la vida parece una crisis constante”.
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