¿Una familia unida?
Tita Cervera: una estrategia para unir a sus hijas con Borja Thyssen
La relación de las mellizas con su hermano no es en exceso sólida, pero la baronesa ya ha tomado cartas en el asunto
El 8 de julio de 2006, Carmen Cervera anunciaba el nacimiento de sus mellizas Carmen y Sabina, y las presentaba oficialmente en la revista «¡Hola!». Llegaron al mundo dos días antes en un hospital de Los Ángeles, mediante un proceso de maternidad subrogada que sí es legal en Estados Unidos. La baronesa tenía en ese momento 63 años y la decisión de que una mujer ajena a la familia trajera al mundo a las nuevas herederas Thyssen se convirtió en un tema controvertido. Más aún cuando surgieron las especulaciones en torno al desacuerdo que su hijo Borja habría mostrado con la llegada de sus hermanas. Unos rumores que unos consideran realidad y que otros nunca han dado pábulo. Un año antes, el 10 de octubre de 2007, se había casado con Blanca Cuesta sin la presencia de su madre, que no quiso saber nada de ese compromiso, al que incluso se opuso públicamente. Recuerdo unas declaraciones que la baronesa me hizo en aquellas fechas donde expresaba su disgusto y la poca simpatía que entonces sentía hacia su nuera, una difícil situación familiar que no encontró arreglo con los años, sino que se agravó.
Una relación distante
Lo cierto es que la relación de Tita con su hijo está marcada por constantes idas y venidas. Algunas veces se dejan ver juntos –las menos–, y en otras la distancia es enorme, tal y como sucede en este momento. Durante estos desencuentros no hay prácticamente contacto y cada uno hace su vida. Carmen pasa los días entre su casa de Andorra, donde tiene su residencia fiscal y viven sus hijas, y la villa Más Mañanas que posee en la Costa Brava, donde pasan el verano. En lo relativo a sus hermanas, Borja no tiene contacto habitual con ellas, y por lo que se ha podido observar a lo largo de estos años, tampoco hay mucho interés para reforzar esos lazos familiares. Solo la madre y el hijo saben cuáles son las razones de ese desapego sobre el que cada uno tiene una versión enfrentada.
Lo que sí se sabe es que las pasadas Navidades fueron el origen de este nuevo desencuentro que atraviesan. Carmen Thyssen, que como bien dice el refrán «no da puntada sin hilo», ha dado a entender en sus últimas declaraciones que su hija Carmen tiene capacidad para ser su digna sucesora, en detrimento de Borja. Esos comentarios no han sentado bien al primogénito, que no está dispuesto a ninguneos maternos. Según me cuentan, la de la baronesa sería una estrategia para que su hijo cambiara de actitud con respecto a ella y a las hermanas. «Tita es muy lista y sabe encender la llama. Dar visibilidad a Carmen y que la represente en algunos actos puede servir para que Borja mueva ficha», me explica un conocedor de la situación familiar.
Adelanta ese mismo amigo de la familia que «Carmen ya tiene organizada la estabilidad económica de sus hijas. Su colección privada ya está repartida: un cincuenta por ciento es para Borja y la otra mitad para las mellizas. Las dos son muy diferentes. Carmen es muy inteligente, muy lista y también con un carácter a veces difícil. Sabina, en cambio, es todo dulzura, y aunque le ha costado más estudiar que a su hermana, tiene mucha facilidad para los idiomas y para todo lo que tenga que ver con la creatividad. Dibuja y pinta muy bien. No le gusta mucho socializar y prefiere mantenerse ajena a las apariciones públicas conjuntas de su madre y hermana».
Educación «renacentista»
Sabina y Carmen alcanzaron la mayoría de edad el pasado 6 de julio y al menos una de ellas lo celebró con una jornada en alta mar con todos sus amigos. Carmen, la más extrovertida, fue vista en las playas próximas a Más Mañanas con un grupo de jóvenes. No faltaron las risas y hasta pasearon en una moto de agua. La hija de Tita abrazaba con fuerza al piloto, un chico que muchos señalan como su nueva ilusión, pero que solo es un amigo especial con el que de momento no hay nada serio. Después, volvieron a la villa y cenaron con Tita, un fin de velada más tranquilo al que sí se unió la tímida Sabina.
Salvo las apariciones temporales en reportajes posados, las niñas –cada vez más mujeres– han adoptado un perfil muy bajo, una postura que mantendrán en los años venideros. En esas entrevistas, la viuda del barón Thyssen explicaba lo buenas, listas y cariñosas que eran. Los primeros años los pasaron en Más Mañanas, y en la que fue la casa de invitados, Tita creó para ellas la «Pink House», una especie de burbuja para que estuvieran más recogidas donde el hilo conductor de toda la decoración era el color rosa. En ese espacio de película infantil recibían sus clases de música y su aprendizaje general que la madre calificó de «educación renacentista».
Llegado el momento de la escolarización obligatoria, Carmen Cervera cambió la Costa Brava por Andorra, donde las mellizas han pasado todo este tiempo hasta su mayoría de edad. Lo que sucederá a partir de ahora con la educación de cada una de ellas es algo que aún está por definir.
✕
Accede a tu cuenta para comentar