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España

El «secuestro» de Di Stéfano

Gina González durante la rueda de prensa que concedió ayer larazon

Él tiene 86 años. Ella, 36. Alfredo di Stéfano y su prometida se llevan 50 años de diferencia y tenían previsto casarse en un breve espacio de tiempo: «En 15 días, un mes. Estoy enamorado y me caso con Gina», anunció durante una entrevista sabiendo que sus cinco hijos no estarían de acuerdo con el enlace. Tal declaración hizo estallar la tormenta mediática y éstos decidieron acudir a un tribunal para pedir su incapacidad. Desde entonces, al parecer, el jugador hispano-argentino no sale de casa. Ante esta situación, Gina González optó por reunir ayer a la prensa en el club 567 de Madrid con el fin de pedir ayuda al Real Madrid, FEF, FIFA, así como al Gobierno argentino a través de un comunicado en el que anunciaba que ni siquiera podía hablar por teléfono con el que ha sido novio durante más de tres años: «Don Alfredo di Stéfano ha perdido su libertad. Tengo información a la que doy absoluta credibilidad de que en estos días Alfredo ha cogido el teléfono de su casa, se ha puesto en contacto con algunas personas y en ese momento le han cortado la llamada. Es decir, le han quitado el teléfono para que no pudiera seguir hablando. Es evidente que su libertad está siendo arrebatada. Debido a que esta privación de libertad que se viene produciendo desde hace varias semanas, acudí el pasado 15 de mayo a denunciar este hecho a la comisaría», ha afirmado. Pero ningún juez ha comprobado si los derechos del presidente de honor del Real Madrid están siendo violados.

Inseparables

La pareja se conoció cuando éste preparaba su biografía. Tras terminarla, la costarricense empezó a ser su secretaria, su mánager, su mano derecha y, después, su novia. Ciertos amigos íntimos de Di Stéfano, quien enviudó hace ocho años y ha visto morir a su hija Nanette víctima de un cáncer, tampoco veían claras las intenciones de González, pero en los juzgados de Pradillo ya se estaban tramitando los papeles para la futura boda. «Como ya sabéis, yo soy su novia y prometida. Así lo manifestó él mismo el pasado 4 de mayo», dejó claro, al tiempo que añadió que desde ese día le han impedido que mantenga contacto con ella o con terceras personas: «Pido a toda la gente que ha intentado en vano ponerse en contacto con él, que denuncie este hecho a la Policía y dé la cara por él, pues se ha ganado por méritos propios el respeto de quienes le conocemos», prosiguió.

Sus cinco hijos ya quisieron dejar clara su postura hace unas semanas y el pasado día 9 comunicaron a la prensa que es «radicalmente falsa» la noticia de que hayan querido incomunicar o limitar la libertad de su padre al solicitar su incapacidad: «Nuestra decisión se basa, exclusivamente, en nuestro deseo de favorecer su máxima protección en todos los órdenes de su vida, y, si adoptamos la misma, fue como consecuencia de su estado de salud y previa exploración clínica que le fue practicada por un doctor en medicina, especialista en psiquiatría», señalaron éstos a través de otro escrito.

UNA FAMILIA ENFRENTADA

El sentimiento que impera entre los hijos de Alfredo di Stéfano es más de enfado que de tristeza. Ni su familia ni sus vecinos ven con buenos ojos la relación que mantiene con Gina González, y no dudan en cuestionar las intenciones de la costarricense: «Es lista y sabe muy bien lo que hace. Ha venido a quedarse con su dinero», aseguran fuentes cercanas a la familia. Por eso, la intención de los hijos del presidente de Honor del Real Madrid es evitar cualquier contacto con ella. Tras el anuncio de su compromiso el pasado abril, la premisa que se ha marcado la familia es la de protegerle «por encima de todo». Pero desmienten que para ello le hayan «privado de libertad», tal y como afirmó ayer Gina González. El ex futbolista permanece en su domicilio de Madrid junto a la mujer que le ha cuidado en los últimos años y su nieto Jorge, el hijo de la fallecida Nanette. Pero Gina ya no acude allí cada tarde. Sus hijos, repartidos por toda España, se desplazan los fines de semana a la capital para visitar a su padre.