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No habrá debate sobre el estado de la nación hasta que se les pase el mareo

Pedro Sánchez EFE/EPA/VALDA KALNINA
Pedro Sánchez EFE/EPA/VALDA KALNINAVALDA KALNINAAgencia EFE

El PP exige que el Debate del Estado de la Nación se celebre cuanto antes. Cree que los espectadores del circo necesitan un número fuerte para despertar de la siesta, pero el Ejecutivo se niega. Dicen las lenguas viperinas que Sánchez da largas con la esperanza de que el verano derrita los indultos en el olvido colectivo entre el mar y el chiringuito, pero lo que sucede en realidad es que el Gobierno, o sea, Él, vive en un mar de dudas, en la tormenta de la incertidumbre, zarandeado por los vientos huracanados del caos, la confusión y la Quinta Ola que Sánchez sueña con surfear sin hacer nada. Y así, en esta situación tan errática, a la deriva, no hay quien debata nada, mayormente por el mareo. Escrivá se corrige a sí mismo casi tanto como Ábalos cuando le llevó el carrito de las maletas a la Delcy venezolana en Barajas. Irene Montero vive sin vivir en ella entre el «sólo sí es sí» y el «no es no», con el padecimiento añadido de ver a su Pablo sólo por videoconferencia y a la espera de que al menos se le aparezca en holograma mortal. Yolanda Díaz no sabe si para su guerra con Ione Belarra por el liderazgo se vestirá de rojo o morado, porque el blanco canta mucho a rendición, y eso sí que no. Busca un selfie con Iñigo Errejón, pero éste también está confuso: duda entre poner una terraza en Malasaña o una escuela de kárate. Carolina Darias confunde la variante Delta con el ala delta y espera que los vientos alisios se la lleven sin tener que volver a colocarnos la mascarilla ni recurrir al toque de queda. Carmen Calvo no sabe si la Ley de Memoria Democrática por la que pugna para evitar su desahucio de la Moncloa, debe basarse en el alzheimer, la trepanación del lóbulo parietal derecho o el electroshock. Garzón recomienda no comer carne y pone como ejemplo de consumo sostenible a Cuba, donde es tan difícil ver un solomillo como un ovni en el malecón. Y para colmo, Él no sabe si para encoger los ministerios como le pide la UE, debe lavarlos a máxima temperatura o plancharlos en seco. Qué mareo, sí.