Fallecimiento

Fernández Tapias: una herencia difícil de repartir

Propiedades, millones, dividendos y obras de arte se repartirán entre legítimas y libres designaciones entre su mujer, Nuria González, y sus siete hijos

FERNANDO FERNANDEZ TAPIAS Y NURIA GONZALEZ DURANTE UN ACTO EN EL AYUNTAMIENTO DE MADRID.
FERNANDO FERNANDEZ TAPIAS Y NURIA GONZALEZ DURANTE UN ACTO EN EL AYUNTAMIENTO DE MADRID.G3online©GTRESONLINE

Fernando Fernández Tapias falleció el pasado miércoles, a los 84 años, en su casa de Madrid, donde vivía con su mujer Nuria González y sus dos hijos, Iván y Alma. Un hombre hecho a sí mismo. Vicepresidente del Real Madrid, cabeza visible durante años de la Confederación de Empresarios de Madrid, fundador de la naviera que llevaba su nombre, propietario de las empresas conserveras Peña y Portonovo , de la agencia de viajes Sandra’s, bautizada a sí en honor de su hija, y considerado uno de los empresarios más influyentes de España. Según la información que apareció en medios económicos, en 2004 vendió su flota de buques petroleros a la empresa Teekay por mas de seiscientos millones de euros. Se le consideraba con una capacidad importante para saber comprar y vender en el momento justo con las consiguientes ganancias. Hace dos años, en 2021, le reconocían un patrimonio neto de más de cien millones de euros.

Su importante y saneada economía no dejaba lugar a dudas del imperio que fue capaz de crear con la ayuda –como él mismo reconocía– de su primer suegro, el almirante Ángel Riva Suardiaz, dueño de los astilleros Cantábrico. En esa empresa y a las órdenes de Riva desarrollo su primer trabajo. Se había casado a los 25 años con Victoria, y con ella tuvo a sus cuatro primeros descendientes, Fernando, Borja, Bosco e Iñigo, que muchos años después, en marzo de 2021, interpusieron una demanda para inhabilitarlo. Tuvo como avales y testigos nada menos que a Florentino Pérez, al periodista y empresario Lalo Azcona y a Juan Palacios, presidente del grupo Munreco. Un juicio que le desequilibro emocionalmente y que supuso un antes y un después en la unidad familiar compleja de Fernández Tapias.

La reclamación no prosperó y hubo una sentencia favorable para él. El juez confirmó que el empresario estaba perfectamente capacitado para seguir organizando su patrimonio y sus negocios. En esas fechas, amigos directos contaban a quien esto firma que «es una historia muy fea porque Fernando siempre les ha facilitado la vida. Se hizo a sí mismo y todo lo que tiene se lo ha ganado con esfuerzo y trabajo. Ahora resulta que los hijos le piden cuentas. No hay explicación para este conflicto y ojalá se solucione por las buenas». No fue así y ahora con la apertura del testamento se verá en qué condiciones y cómo queda dividida la importante fortuna del naviero.

En la actualidad, los hijos de su primer matrimonios no mantenían ninguna relación con él. Llegó incluso a prohibirles la entrada a la mansión de Puerta de Hierro. Una decisión que tomó el empresario una vez que se sintió traicionado. Fernández Tapias fue un hombre generoso, pero no admitía en su vida las deslealtades. Y menos aún si provenían de su familia más directa.

Testamento renovado

La segunda hornada formada por Sandra y Juan Carlos, al que familiarmente llaman Tito, hijos de su segunda mujer, Juana García-Courel, no se adhirieron a la petición judicial. Mientras Tito sí mantuvo una buena sintonía filial –de hecho fue el único al que Tapias le otorgó poderes en sus empresas–, a Sandra también la alejó de su vida como había hecho con los hermanastros. Era su secretaria personal y su mano derecha en la vicepresidencia del Real Madrid. Cuando no iba a la sede de sus empresas era ella la que llevaba documentación al chalet de Puerta de Hierro para su firma. Según informaciones que se publicaron durante el juicio, sufrió una gran decepción. Tanto es así que se llegó a decir que habría renovado su testamento dejando fuera a los hijos que le habían fallado.

Nuria González, su guardiana afectiva

Nuria González y Fernando Fernández Tapias se casaron en 2002, tras cuatro años de noviazgo, en la finca «La Peñuela», propiedad de Fermín Bohórquez y Mercedes Domecq. Tuvieron a Iván y Alma, que tienen 20 y 16 años y adoraban a su padre. Desde el primer momento la modelo supo diferenciar su vida matrimonial de la relación de su marido con los seis hijos que tuvo con anterioridad. Fue el enlace familiar y, en muchas ocasiones, ante la ausencia paterna por cuestiones profesionales, la que organizaba encuentros festivos en su casa para que los hermanos estuvieran juntos, el guardián afectivo de la familia.