Opinión
¡Ay, qué risa, Apolo!
Para las campañas electorales que se avecinan ha creado un nuevo departamento, el RIP: Risas Inteligentes Presidenciales
En el prólogo de su último libro, «Ni más ni menos», dice Fernando Savater: «Un aliño imprescindible para cualquier texto motivador: lo menos que puede pedirse a quien propone que arriesguemos la vida por un ideal es que antes nos haga reír un poco». En ello está el Apolo de la Moncloa. Aún no ha pedido que arriesguemos la vida por su ideal, pero podría estar a punto de matarnos de risa. La gracia apolínea tiene su barómetro en las carcajadas de la Marisú, que ve en Él a Chiquito de la Calzada. Para las campañas electorales que se avecinan ha creado un nuevo departamento, el RIP: Risas Inteligentes Presidenciales. Sus mil asesores, reforzados por figuras como Broncano, Gran Wyoming, Lalachus, Eva Hache, Anabel Alonso, etc., le ofrecerán frases descacharrantes que puedan provocar aneurismas cerebrales por ataques de risa a todo el facherío que tan mala vida le da.
Le animó aún más la frase de Eduardo Mendoza: «El régimen de Franco se sostuvo gracias a los chistes». Si Franco resistió así 40 años, ¿por qué yo no?, se dijo Él. Así que ahora el RIP está analizando los chistes del franquismo. Había uno que el dictador contaba a los ministros de Marina: «¿Sabes cuál es pez más veloz? El pezón, que va echando leches». Y a los tecnócratas que murmuraban a sus espaldas posibles aperturas del régimen les castigaba con el chiste de la tortuga: «El embajador de Brasil me regaló una tortuga. ¿Cuánto puede vivir?, pregunté. Unos 400 años, Excelencia, contestó. Y yo: ay, qué pena me va a dar cuando se muera».
Ahora, el Apolo anuncia que la tortuga sustituirá al Perro Sanxe como símbolo del sanchismo. Y, además, alimentada con chistorra, dijo en el Consejo de Ministros. Tanta fue la risa que Marisú tuvo que ir corriendo al baño.