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Trípoli

Los rebeldes ansiosos por capturar a Gadafi

Los rebeldes se preparaban ayer para atacar Beni Walid, la localidad donde se especula que está Muammar Gadafi escondido, aunque todavía respetan el ultimátum fijado por el Gobierno revolucionario, que caduca el próximo sábado, después de haberlo ampliado una semana.

Unos niños se bañan en las playas de Trípoli
Unos niños se bañan en las playas de Trípolilarazon

Esta fecha es plausible sobre todo en el caso de Sirte, ciudad natal del coronel y última ciudad importante en sus manos. Sin embargo, en Beni Walid la tensión va en aumento, con los rebeldes a unos 20 kilómetros del centro habitado. El Consejo Nacional Transitorio estaría negociando una rendición pacífica con los líderes tribales, pero los combatientes están ansiosos por atacar: los jóvenes revolucionarios quieren volver a sus casas, pero para ello tienen antes que capturar a Gadafi y así poner fin a la guerra.

Ésta no ha terminado, a pesar de que Trípoli haya caído hace ya dos semanas. La capital intentaba ayer retomar la actividad, después de las vacaciones del Aid, festividad que culmina el mes sagrado del Ramadán, pero falta gasolina, agua y dinero líquido para volver al trabajo. Los tripolinos hacían cola en los bancos y en las estaciones para llenar sus bombonas de gas, y el agua corriente todavía es un lujo. En las afueras de la capital, las colas de coches en las gasolineras son kilométricas, porque en la ciudad es prácticamente imposible llenar el depósito y hacerlo cuesta 50 euros. La situación se ha estabilizado en el centro, pero en los barrios periféricos, la violencia y el miedo todavía están presentes. Los controles de carretera se hacen más frecuentes y estrictos a medida que se sale de Trípoli, rumbo al este, donde todavía hay bolsas de resistencia gadafistas.

Los revolucionarios han establecido puestos de control con bloques de cemento, montañas de tierra y barras de metal, y revisan todos los coches y a sus ocupantes, obligados a soportar largas colas. Cuando se alcanza Sliten, los controles se convierten en auténticos pasos fronterizos, construidos con contenedores de mercancías: las sospechas aumentan porque el área todavía no es segura, «hay hombres de Gadafi que intentan reagruparse y armarse», explica un joven rebelde. Los batallones de esta ciudad están participando en la ofensiva de Beni Walid, a medio camino entre Trípoli y Misrata, en el desierto que se extiende al sur de Libia. Ayer tomaron el control de dos bases militares, bombardeadas antes por la OTAN.

 Por enésima vez, ayer los rebeldes libios, anunciaron la muerte de Hamis, uno de los hijos de Gadafi, en combates, aunque la información no se ha confirmado.