
Salud
Un tirón de orejas por Fernando Chornet

Cuando trabajo como coach o como profesor de adultos, me encuentro con profesionales de todo tipo de sectores y edades, con algo en común que no deja de sorprenderme. Afirman que el jefe tiene que dar, de vez en cuando, «un tirón de orejas, y que eso es bueno, ya que las palabras de motivación, y las palmaditas en la espalda, están muy bien, pero cuando eso no funciona… lo mejor es una buena bronca para que se espabilen los subordinados».
Analizando quién, a lo largo de la vida, puede «dar un tirón de orejas», me viene a la mente la familia y los profesores, ya que tienen la responsabilidad de darte una buena educación, y pretenden que evites ciertos vicios y adoptes algunas virtudes. Pero ¿el jefe es el responsable de que los empleados se comporten como deben? Debe de ser así, ya que muchas veces los tratan como si fuesen niños y, además, éstos ven correcto ese comportamiento, y actúan ante el mismo agachando la cabeza y obedeciendo, sin pararse a reflexionar y sin tomar nuevas responsabilidades.
Cada persona es responsable de sus actos y de sus decisiones, debe ser capaz de analizar qué está haciendo bien y qué debe mejorar, y no debe simplemente esperar a que llegue ese «tirón de orejas» para trabajar más y así evitar otra bronca. Si lo único que mueve a una persona a dar más de sí, es recibir una reprimenda, llegará un momento en que su jefe lo hará con frecuencia, el ambiente laboral se enrarecerá y aparecerá el miedo que se respira en muchas organizaciones españolas.
✕
Accede a tu cuenta para comentar