Referéndum en Reino Unido

Inmadurez democrática

La Razón
La RazónLa Razón

Durante estos últimos meses, se ha hablado mucho acerca de la salud de nuestra democracia. Avivado por el contexto creado por el movimiento 15 – M, no ha faltado observador, columnista o tertuliano de este país que no haya aportado su grano de arena al diagnóstico del sistema democrático español. Y lo cierto es que, más o menos renuentes a ceptar las proclamas del 15 – M, lo cierto es que nadie ha realizado una enmientda a la totalidad de las demandas esgrimidas por los «indignados». España, en efecto, es una nación democráticamente imberbe; pero, en ocasiones, las razones de esta inmadurez no se ajustan a la lista de «materias mejorables» enarbolada en los últimos tiempos, sino a la propia cultura de los ciudadanos. Cuando se habla de «Sistema», suele incurrirse en el error de identificar a éste como un macroobjeto situado frente al indefenso ciudadano. Pero, en rigor, el Sistema somos todos, y si este falla es porque toda la ciudadanía, con sus decisiones y actos, también se equivoca.
Pongamos un ejemplo: el peso que, España, posee el determinante ideológico frente a otros paises europeos en los que el voto es más movible de un lado a otro. El «apriorismo» del sentido del voto se reduce al extremo de que éste depende, exclusivamente, de los méritos reales realizados por cada gobernante. La evidencia de que en España esto no sucede la tenemos en las elecciones de 2004, cuando este país, que tan excelente resultados económicos daba, decidió cambiar de gobierno por razones fundamentalmente de estética y de empatía. Mientras que la mayor parte de los ciudadanos europeos votan en función de la marcha de la economía, aquí se decidió que ésta no era un problema real y que era preferible anteponer otras cuestiones más esenciales como lo «fachas» que parecían todos los del PP, o lo mal que nos caía el «bigotes ese» de Aznar, que se hacía fotos con el imperialista de Bush. A día de hoy, España está a punto de irse al garete por una pésima gestión económica. Todo indica que el 20 – N se votará en clave económica. Será un alivio para el devenir inmediato de esta nación centenaria. Pero no podremos dejar de pensar que hemos perdido ocho años cruciales por priorizar factores que son síntomas de una actitud adolescente de experimentar la democracia. Moraleja: por mucho que la economía vaya bien, no incurramos en el error de considerar que ya no es un problema. Porque, por más disquisiciones que hagamos, al final de todo sólo hay una certeza: que la economía es el único problema real que hay.


Pedro Alberto Cruz
Consejero de Cultura y Turismo