Irak

Una biografía por Martín PRIETO

La Razón
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Dicen que con el autoemplazamiento de Zapatero comienza el futuro.

El futuro empieza todos los días, pero, en puridad, se inició cuando dos años antes de las últimas elecciones generales el Presidente negó la crisis financiera internacional, la tradujo por una leve recesión económica que no nos afectaría, y anunció el camino hacia el pleno empleo.

No se debe ser cruel con quienes se van, aunque la injustificada soberbia de este hombre hace imposible la caridad. Declara a un «pool» de diarios europeos que: «Hay quien cree que se puede ser el mejor delantero toda la vida. Pues no». Jactancioso hasta en su hora peor, se refiere a sí mismo.

Ni delantero, ni ayudante del masajista en el banquillo. Nunca ha trabajado por cuenta ajena, no se ha doctorado en Derecho ni concurrido a oposición alguna, no pisó las administraciones municipales, autonómicas o estatales, no ha escrito un libro, y su currículum se reducía a más de una década de diputado silente por León, dejando virgen el Diario de Sesiones, y no aprovechando tantos años de tiempo libre para aprender nociones de economía y un chapurreado de inglés.

Pero a quien Dios no le hace docto le otorga audacia, y en un momento de zozobra socialista trepó a la dirección del partido dándole un golpe de mano a José Bono con una pandilla de amigos, ideólogos de una Nueva Vía que sólo conducía al poder por el poder.

Y dos capotazos de suerte: la malhadada guerra de Irak y el 11-M. Una legislatura de ingeniería social de juguete y otra de siniestro total de la que es responsable Mariano Rajoy.

Con todo eso, el Presidente, ya pato cojo confeso, tiene un asterisco a pie de página como delantero de la Historia de España.