Benedicto XVI

OPINIÓN: Razones para la esperanza

Los acólitos protegen al Santo Padre durante la vigilia de oración cuando el temporal arreció en el aeródromo
Los acólitos protegen al Santo Padre durante la vigilia de oración cuando el temporal arreció en el aeródromolarazon

Mientras algunos –unos pocos y siempre los mismos– rastreaban estos días inútilmente las palabras de Benedicto XVI para poner complemento al tópico «arremeter», siempre contra algo, por aquello de la trasnochada dialéctica, conflicto, etc., y deducir pronunciamientos políticos partidistas… y un sinfín de «pruebas» con lo que documentar cualquier «herejía» contra la «confesión» laicista al uso, más de un millón de jóvenes, venidos de todo el mundo a Madrid, se han cargado de razones para la esperanza, de respuestas a sus preguntas más profundas, y de sentido a sus esfuerzos: se han llenado de Dios. Todo un arsenal de razones para superar las crisis presentes y futuras con audacia y valentía, y vivir con alegría el compromiso cristiano en el complejo mundo de hoy y de mañana. Son jóvenes. Quien se las ha suministrado es Benedicto XVI, un anciano lleno de sabiduría, que ha hecho de la búsqueda de la verdad y del seguimiento de quien la encarna, Jesucristo, su quehacer y misión vital y se ha propuesto recordar al mundo que Dios existe y nos ama misericordiosamente. Sencillamente esto y a éste empeño llama con la «Nueva Evangelización». Frases como las entresacadas de su homilía de ayer en la grandiosa y festiva Vigilia de Cuatro Vientos son un resumen de lo que, de manera adaptada y más extensa, ha señalado a cada grupo de jóvenes a los que se ha dirigido estos días en Madrid: profesores, religiosas, seminaristas y jóvenes laicos: «Dios nos ama, ésta es la gran verdad de nuestra vida y da sentido a todo lo demás»; «no somos fruto de la casualidad o la irracionalidad, sino que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios»; «la fe no es una simple aceptación de unas verdades abstractas sino una relación íntima con Cristo»; «si permanecéis en el amor de Cristo, encontraréis la raíz del gozo y la alegría»: La mayoría de esta inmensa multitud juvenil partirá hoy tras la Misa del Envío para poner por obras en sus ambientes y lugares de origen el inmenso regalo recibido en Madrid de un hombre de Dios.