Copa del Rey

Barcelona

Un lujo de equipo

Hay muchas maneras de ser imprescindible en un equipo. Por un lado está Andrés Iniesta, el lujo, el hombre que hace que el fútbol parezca tan fácil que cuando se le intenta imitar no queda más remedio que sentir frustración. Andrés remata de primera un centro de Alves y la pelota va pegada al poste

David Villa y Pedro Rodriguez
David Villa y Pedro Rodriguezlarazon

Podría haberse ido al segundo anfiteatro, pero no, fue ahí, imposible para Asenjo. Fue el 1-0. Andrés es también el que salva un saque de banda con un taconazo o el que no se cansa de jugar con la cabeza levantada y de asociarse con sus compañeros. Como Xavi. Y además lo hace sin inmutarse, sin que aparentemente requiera un esfuerzo.

Después está Busquets, ese tipo al que todos quieren, pero que no sale en las fotos. En la foto sale el pase de Messi y el remate cruzado de Villa con la zurda. El 2-0. Pero un momento antes, al lado del área del Málaga, Busquets presionó y se lanzó al suelo para recuperar la pelota allí, tan cerca de Asenjo que con sólo dos pases llegó el gol. También es ese chico que hace la falta en el momento justo para que el Málaga no pueda salir con la pelota controlada y coja descolocado al Barcelona. O es el que siempre está para jugar de primera o a dos toques, según requiera la situación. Es como el Señor Lobo en «Pulp Fiction»: soluciona problemas.

Por otro lado está un tal Pedrito. Otro tímido, que no habla demasiado, quizá porque guarda energías para correr. Pedro es solidario, rápido y oportunista. Cuando el lateral (Alves, que ayer se hizo una rotura de fibras y estará dos semanas de baja, o Adriano, que lo sustituyó) sube y se queda arriba, él corre hacia atrás para tapar el hueco. Cuando el compañero falla el gol (Iniesta), él lo remata. 3-0 y todavía era la primera parte.

A la lista hay que incluir a Abidal, que parece otro jugador, con la fuerza de siempre a la que ha unido toque y pausa, o Messi en su lado más humano, fallando los goles que mete otros días, pero dando pases para que los consigan sus compañeros. Con futbolistas así, el Barcelona ha formado un equipo con soluciones para todo. Si los rivales le buscan, los destroza, y si le esperan ordenados los desordena. El Málaga optó por esta última opción. Se metió en su campo, que no en su área, para ver si podía recuperar una pelota y salir rápidamente. Pero no lo consiguió. No vio el balón, no dio un susto a Valdés que hiciera dudar al Barcelona. Todo fue plácido para el líder, nada le incomodó y el encuentro tomó siempre la misma dirección, un guión repetido una y otra vez y que ya se ha visto en otros partidos: el Barça ataca, el Málaga defiende; el Barça tiene posesiones de minutos, el Málaga de segundos; el Barça tiene ocasiones, el Málaga no porque apenas tiene la pelota. Y el Barça golea. Le bastó la primera parte para sentenciar y dejar al Madrid a cuatro puntos. Poco o mucho, según se mire. Poco porque quedan 19 partidos. Mucho si se ve la dinámica que tiene el campeonato: en toda la primera parte de la Liga el Barça sólo ha empatado un partido y ha perdido otro. Ha firmado la mejor primera vuelta de la historia: 52 puntos.

Tras el lujo llegó un cierto estado de calma tras el descanso que el Málaga agradeció y aprovechó. Se dejó ver un poco más que en el primer acto, se acercó a Valdés y Duda marcó un golazo de falta. Eso no significa que dejara de sufrir atrás porque el goteo de ocasiones del Barça continuó y Villa acertó en una de ellas para dejar el resultado en 4-1.
La otra buena noticia de ayer fue que Gaby Milito cambió de idea y se quedará en el equipo.