País Vasco

El Plan B de Zapatero

El PSOE cuestiona en privado la política económica de Salgado y su repercusión en las próximas citas electorales.

El Plan B de Zapatero
El Plan B de Zapaterolarazon

MADRID- El presidente del Gobierno vive uno de sus peores momentos desde que se convirtió en el inquilino de La Moncloa en marzo de 2004. Su soledad, en plena crisis económica, es evidente, después de que su encuentro con Mariano Rajoy no cumpliera las expectativas generadas. Como botón de muestra, aún carece del respaldo parlamentario necesario para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado de 2011. Esta cuentas son, como él mismo reconoce, cruciales en esta delicada situación y, por ende, las más importantes de la Legislatura.

De ahí la preocupación del Gobierno ante una eventual prórroga presupuestaria. Por si fuera poco, miembros del Ejecutivo y del PSOE no ocultan su malestar con la política económica de Elena Salgado. Según se acercan las distintas citas electorales, su temor va en aumento. Con el paso del tiempo, crecen las voces críticas, que alertan contra una derrota estrepitosa en municipales y autonómicas, comicios que tocan en junio de 2011, sobre todo, si se prorrogan los Presupuestos, asegura a este diario un destacado dirigente socialista.

Para evitar que este escenario se cumpla, el jefe del Ejecutivo ha diseñado un plan «B», después de que no ofreciera a Rajoy sellar un pacto anticrisis, con Presupuestos incluidos. Fuentes del Gobierno confirman que a partir de ahora se volcará en lograr el respaldo de los nacionalistas catalanes y vascos. De momento, Economía ha comenzado ya a trabajar en los ejes fundamentales sobre los que pivotarán las cuentas que vienen.

Reunión «decepcionante»No obstante, a Zapatero le costará por diversos motivos un elevado precio conseguir este año el respaldo parlamentario. Para empezar, tendrá escaso margen de maniobra para ofrecer prebendas a los nacionalistas en un ejercicio en el que deberá reducir el déficit público en 2,3 puntos del PIB. Para seguir, el PNV ya le ha advertido de las dificultades que tendrá para «vender» en su formación su apoyo sin gobernar en el País Vasco. Fuentes peneuvistas explicaron a este diario el debate interno que se produjo el año pasado cuando el presidente del PNV decidió apoyar las cuentas de 2010. «Urkullu sofocó la crisis al exponer la factura que pagaría Zapatero: el blindaje del concierto. Pero ahora es diferente. No hay nada trascendental para los intereses de Euskadi que nos pueda conceder».

No obstante, Iñigo Urkullu acudió el pasado 6 de abril a cenar con el jefe del Ejecutivo a La Moncloa. Para su sorpresa, el presidente no puso encima de la mesa una oferta formal. El nacionalista confesó a los suyos que no entendía la premura con la que le invitó a Madrid. Zapatero le telefoneó la jornada anterior a la cita, el 5 de abril, para fijar la entrevista para el día siguiente. Ambos realizaron un repaso general a la actualidad española, incluidos los Presupuestos y la situación de ETA.

Seis días después, Urkullu informó al EBB del «decepcionante» encuentro. Eso sí, Zapatero se guardó un «as» bajo la manga y lo emplazó a una nueva entrevista, que tendrá lugar en las próximas semanas. En esta ocasión, sondeará el precio del PNV a cambio de su visto bueno al Presupuesto de 2011, algo que se antoja, por el momento, bastante complicado.Sin descuidar el frente catalán

Por si acaso, Zapatero no descuida el frente de los nacionalistas catalanes. Consciente de que las elecciones catalanas complican el respaldo de CiU a las cuentas que vienen, sugirió hace unas semanas a José Montilla adelantar los comicios a junio próximo, según confirmó a LA RAZÓN un destacado dirigente del PSC. De celebrase ahora esa cita, la federación de Mas tendría las manos libres para consensuar con el Gobierno la política económica de 2011. Sin embargo, Montilla agotará hasta noviembre su mandato para tener posibilidad de remontar los malos sondeos internos del PSC, que conceden la victoria y el gobierno a CiU.

Pese a este escenario poco halagüeño para Zapatero, intentará atraerse a los nacionalistas catalanes, proclives ahora a pactar con el Gobierno. De lo contrario, se verá obligado a poner a toda máquina su estrategia de geometría variable e intentar sumar los 6 escaños que le faltan para la mayoría absoluta con el grupo mixto, lo que, en principio, parece misión imposible.