España

La CEOE atribuye la ruptura a la cobardía de los sindicatos

«Prudentes, demasiado prudentes». Con estas palabras se refirió ayer el presidente de la patronal de la CEOE, Joan Rosell, a los sindicatos, para anunciar la ruptura de las negociaciones. En una comparecencia para certificar lo que desde el lunes era un secreto a voces, el dirigente de la patronal apuntó que «ya no vale la pena, no se van a alcanzar acuerdos definitivos» y no hay más tregua.

El presidente de CEOE, Juan Rosell, acompañado del vicepresidente, Jesús Terciado
El presidente de CEOE, Juan Rosell, acompañado del vicepresidente, Jesús Terciadolarazon

No hay consenso para la reforma de la negociación colectiva y el Gobierno tendrá que legislar a partir de la semana próxima. En definitiva, y según Rosell, se debe a la falta de «valentía» de los sindicatos para acometer una reforma laboral, «frente al paso atrevido», y al cambio de sentido de la legislación laboral en España, que pretendía impulsar la patronal. «Lo hemos intentado todo y de todas las maneras», aseguró Rosell, pero consideró que no han sido lo suficientemente «persuasivos» para convecer a los líderes sindicales de lo que necesita el país para salir de la crisis.

Añadió así: «Esperamos que sean más valientes en futuras negociaciones para cambiar el status quo». Valientes porque «les pedíamos que aceptaran cambios importantes». Según Rosell, quizá «egoísta por nuestra parte», pero por otro lado, en base a «lo que necesita el país». Tan convencido se mostró de ello, que el responsable de la CEOE asegura que la hoja de ruta pasa ahora por «influir de todas las maneras posibles» en el Gobierno, aunque el titular de Trabajo, Valeriano Gómez, de sobra «sepa cuál es la agenda» que los empresarios han puesto sobre la mesa desde el principio, y habida cuenta de que ha presenciado más de una docena de encuentros.

Sin cambios de postura
Para Rosell, no se produjo ningún giro en la reunión de lunes. «No ha habido ningún cambio de postura por nuestra parte. No hemos cambiado ninguna de las líneas maestras de la negociación», dijo. De este modo, llegó incluso a apuntar: «Y si las hemos cambiado, que me digan cuáles, porque sería una sorpresa para mí». A su juicio, sólo ha habido un intercambio constante de documentos, con los que la CEOE ha tratado, durante casi cinco meses, de alcanzar un acuerdo: «Ha habido tantas veces que parecía que estábamos cerca... pero luego te ponías a redactar y volvías a estar lejos». Hasta en cinco ocasiones repitió: «La música de la flexibilidad interna ha calado, pero nos faltó la letra». Y es que los escollos de la negociación han impedido a la postre el consenso, es decir, la flexibilidad, la ultraactividad y la intención de ligar los salarios a la productividad no convencieron a las organizaciones sindicales. 

Asimismo, Rosell se mostró tajante al asegurar que las elecciones del 22-M «no han entorpecido ni a favor ni en contra». Por el contrario, sí insistió en el «esfuerzo pedagógico» que la patronal ha realizado para hacer entender a los sindicatos el por qué de sus posturas. Aunque a fin de cuentas sin éxito, estimó que «no hemos perdido el tiempo» y advirtió de que tanto al Ejecutivo como al resto de los grupos parlamentarios les ha quedado claro «hacia dónde queremos ir». Por ello, insistió, «el Gobierno lo tiene fácil para legislar». No obstante, Rosell quiso apuntar que «no es el punto final» con los sindicatos. Seguirán las reuniones aunque el Gobierno tome las riendas. Insistió en simplificar los tipos de contrato, dado que los empresarios «tienen pánico» a contratar y «problemas» para despedir.

Por su parte, el secretario general de UGT, Cándido Méndez, lanzó la piedra sobre el tejado contrario y culpó a Rosell de la ruptura de las negociaciones. Su lectura pasó por afirmar que el acuerdo no ha sido posible por la «presión medioambiental» a la que ha sido sometido el jefe de los empresarios, al que asignó «cierto temor escénico». Flanqueado por el secretario general de CC OO, Ignacio Fernández Toxo, situó la ruptura de las negociaciones el pasado lunes, cuando la patronal presentó una propuesta que hacía correr «hacia atrás las agujas del reloj y las fechas de calendario, sepultando la negociación en el punto de partida».