Doctrina Parot
Mata pero no engaña
Rubalcaba volvió ayer a su tono crispado habitual tras los cantares de la anterior semana, cuando se echó en brazos de Amaral para salir de las garras de Ignacio Gil Lázaro.
Le sienta mal la ofuscación al triministro, sobre todo ante la contundencia de la popular Sáenz de Santa María, que con rápidos reflejos le reprochó que intente defenderse con argucias musicales y escatológicas o, lo que es ya norma en el presidente-bé, con alegatos de descalificación acusando al PP de situarse en la extrema derecha. Claro que el problema que tuvo el portavoz es que le salió en auxilio el mundo proetarra para intentar demostrar que el actual Gobierno no cedió tanto ante ETA como parece.
Pese a que el episodio bueno lo trajo a colación Gil Lázaro al recordarle que fue él quien dijo –tras el 11M– que «ETA mata, pero no engaña». Si no engaña, será verdad lo que dicen las actas de la banda: que se cambiaron fiscales y ministros para contentar a los terroristas, se ocultaron cartas de extorsión a empresarios para que pareciera que se estaba respetando la tregua de verdad, y lo que es peor: que llegó a avisar a los etarras de una inminente operación contra ellos para que escaparan y no se les detuviera. Quizás por eso ayer Rubalcaba cambio su tono cantarín y volvió al insulto grueso con palabras que se le dan tan bien como «bazofia» e «infamia».
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