Sitges

Pequeñas delicias de terror en Halloween

La Razón
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San Sebastián- Magnífica semana fantástica y de terror. Aunque este festival lo tiene difícil en una ciudad en la que hay otro y grande y que está entre los cuatro primeros de Europa. Se merece el crecimiento, entre otras cosas, por tener un público fiel y que abarrota y que deja «todo vendido» en las salas de cine. Sólo necesita, para tener renombre internacional y presencia de prensa extranjera, librarse de la dependencia de Sitges, número uno en el mundo en este género, y eso es muy difícil por las 250 películas que proyectan aquéllos, que no deberían repetirse en las pantallas de aquí. Tampoco películas como la fallida «Livide», cuyos directores eran a la vez miembros del jurado (¿será una cuestión de ahorrar costes?), o una cinta que no es fantástica ni por asomo como es el caso de «Red State», de Kevin Smith. En San Sebastián hubo líos en la proyección, e incluso en la sesión golfa de Halloween nos sacaron de un cine para llevarnos a otro. Las modernas tecnologías hacen añorar a las antiguas, en especial por la calidad de imagen del vídeo actual (por mala). Como sigan así, harán festivales comprando las películas en una gran superficie.

Esto tampoco se lo merece el público, que se entrega y pita o hace chistes si la película es mala u horrorosa, caso de «Yellow brick road» o «Tomie Unlimited». A destacar, en cambio, la buena acogida de «Troll Hunter», de Andre Øvredal, con gotas de humor noruego, y encuadrada en una serie de películas de ese país sobre la caza de trolls que el Ejecutivo nórdico niega que existan. Destaca también «The Theatre Bizarre», una obra colectiva con el punto de unión de un teatro de guiñol, y Udo Kier de gran muñeco narrador, que se compone de seis historias de terror y fantasía. Sobran las dos últimas para que sea una película estupenda.

«Saints» es una gozada apreciada en Sitges, y a esto me refiero con el asunto de la dependencia, pero es una delicia. Excelente historia la de ese San Nicolás que trae regalos de España a los chicos buenos en diciembre y a los malos se los lleva también a España, envuelto en un sano disparate con tintes fantásticos, policiacos y de terror. Muy agradable certamen que deseamos que crezca como se merece y procure traer películas en material de cine-cine y no como en casa.