FC Barcelona

Barcelona

La dinastía de Guardiola

Impecablemente vestido, como siempre, con las manos en los bolsillos y con la mirada perdida. Pep Guardiola le estaba dando vueltas a lo que acababa de conseguir. Era el 19 de diciembre de 2009 y el Barça, su Barça, era el nuevo campeón del mundo de clubes, el único trofeo que faltaba en el museo azulgrana.

066cat12fot2
066cat12fot2larazon

El sexto título de un año inigualable. Una vez digerido y asimilado el éxito, el técnico rompió a llorar. Le salió todo. La presión, el esfuerzo, la alegría... Todo. Era el momento con el que había soñado siempre. Pero en el fútbol no se puede vivir del pasado y, lejos de acomodarse, Guardiola continúa desde entonces mejorando a su equipo día tras día, si es que eso es posible.
El Barça sumó ayer su tercera Liga consecutiva. Sólo una vez en toda la historia del club, con Johan Cruyff en el banquillo y el propio Guardiola sobre el campo, se había logrado algo igual. El «Dream Team» acabó con cuatro títulos seguidos. Pero el de Santpedor rehuye las comparaciones y se resta méritos en el banquillo.

«Todo esto no hubiera sido posible sin ellos, fueron el inicio de todo. Los Txiki, Koeman, Bakero... Nunca podremos igualarles», ha declarado. Guardiola no ha ocultado nunca que la Liga es la competición que le hace más ilusión. Es consciente de que las «Champions» dan la gloria, pero que las Ligas son más justas. «Es por lo que luchas durante nueve meses y se premia la regularidad», repite siempre. De momento, tiene contrato hasta 2012, así que el récord de las cuatro Ligas del «Dream Team» está todavía a tiro.

Uno de los grandes méritos de Guardiola es haber sabido combinar lo mejor de cada estilo de fútbol que ha conocido. La base es la que se enseña en La Masía. Tener la pelota, pasarla rápido y ocupar los espacios. Pero el técnico aprendió en Italia, de la mano de Carlo Mazzone, lo mejor del «Calcio». Fue Rijkaard el que introdujo la presión como concepto en el Barcelona, pero Guardiola la ha mejorado. El balón debe ser la única obsesión de sus jugadores. Tenerlo el máximo tiempo posible y recuperarlo cuanto antes si se pierde. Su discurso ha calado tanto en el vestuario que un jugador como Messi es el mejor ejemplo para sus compañeros. A nadie se le escapa que a Guardiola no le queda mucho para irse, pero tampoco hay duda de que su equipo jugará igual hasta ese día.