Nueva York

El picador de El Litri

La Razón
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El Ayuntamiento de Figueras ha cedido una parte del castillo de San Fernando para que los musulmanes recen durante el Ramadán. Obviando que incumple la ley, ya que el castillo es patrimonio cultural y por tanto está exento de ser prestado para la práctica confesional, nos explican que lo han prestado para mejorar la convivencia. La misma justificación esgrimida para construir una mezquita en el solar del 11-S en Nueva York. Lo que olvidan es que la convivencia implica reciprocidad, y de esta última no andan muy duchos en la confesión musulmana. No lo digo por lo inimaginable que sería que en Marruecos, Irán o Arabia Saudita hicieran lo propio si alguien de otra religión le pidiera suelo público para rezar, sino porque la paranoia llega a tal extremo que en las últimas inundaciones de Pakistán, varias organizaciones musulmanas negaron el auxilio a los cristianos afectados. Tal y como está el patio, me extraña que los musulmanes quieran rezar en un lugar con nombre de santo. Y me sorprende que los políticos se olviden de ese afán de convivencia cuando hacen leyes que obligan a rotular y a hablar en catalán si quieren vivir en su comunidad, como la última parida de examinar de catalán a los catedráticos. La tontuna siempre es peligrosa y suele repetirse. Cuentan que durante una visita de un rey de Marruecos a Sevilla, el monarca se interesó por una estatua de Fernando El Católico en la que se mostraba con una lanza en la mano. La autoridad hispalense no se atrevió a confesarle que aquel rey fue el artífice de la expulsión de los moros de España y atajó el apuro como pudo: «Es un picador de El Litri». Seguro que mintió en aras de la convivencia.