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La Razón
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José Mario dos Santos Mourinho Félix es tan largo como su nombre. No es un imbécil, como algunos lo califican cada vez que saca los pies del tiesto. No es un descerebrado, como lo insultan cuando desbarra. Es, simplemente, un provocador. En cada momento sabe qué decir para despistar al personal, para desviar la atención. Los auténticos problemas los difumina con una frase ofensiva para cualquiera. No está enfadado con el mundo, pero es capaz de crearse más enemigos de los que de por sí le corresponden a cualquier entrenador.

Dos Santos Mourinho posee la listeza de los viejos entrenadores que sabían atraerse todos los rayos del ambiente para poner a salvo a sus jugadores. Éste también es capaz de justificar una derrota, en la Liga actual dos empates y tres victorias casi penosas, echando mano de argumentos periféricos.

José Mario posee un discurso ágil en tropos que en modo alguno se asemeja al estilo borgiano de Jorge Valdano, quien acabará pasándolas ca-nutas si tiene que minimizar las salidas de pata de banco del entrenador. Mourinho usa len- guaje directo por muy molesto que resulte. Suena zafio y muy alejado del espíritu que del Real Madrid predica Florentino Pérez.

Por ahora, el Madrid no ha mejorado las notas del año pasado con Manuel Pellegrini. Ganó los cinco primeros partidos, dos de ellos como visitante, marcó dieciseis goles y recibió dos.

Con Manuel Pellegrini el equipo empató tres veces en toda la campaña. El año pasado, a estas alturas, ya había quien pedía la cabeza del míster. Y no era para tanto. Pellegrini no insultaba ni provocaba a nadie.