Buenos Aires

Al rojo vivo

Ha tardado 113 años en venir a Madrid. Si quieren saber por qué es el cabaret más famoso de España, no se lo pierdan

Al rojo vivo
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Tiene 113 años. Por sus salas han pasado generaciones de trabajadores, estudiantes, políticos, marineros de ida y vuelta, padres (y madres) de familia... Todos unidos por la misma necesidad: dejar la vida real al margen y zambullirse en una experiencia de lentejuelas, canciones y alegría. Y, si se terciaba, ver algo de carne. Hablamos de El Molino. Más de un siglo de historia de Barcelona, un espacio de referencia, incluso por los que jamás lo han pisado. Eneste tiempo, nunca había viajado a Madrid. Era complejo exportarlo, porque, más que un espectáculo, es un concepto. Pero mejor una muestra que nada. El Teatro Circo Price lo acoge en una única función. No faltará el cuerpo de baile y su vedette estrella, la veterana Merche Mar, que estuvo en la etapa anterior al cierre y que, diez años después, regresó con la reapertura en 2010. «Hay comicidad, números musicales, del ballet, escenas de burlesque que hacen nuestras chicas y además dos invitadas del último festival de burlesque que se hizo en El Molino», explica Merche Mar. «Y hay un contacto con el público, que lo hago yo y es muy importante porque identifica al Molino». La vedette insisite en «renovarse o morir», y describe el «show» como «rápido, elegante, nada grosero, y divertido». Sin olvidar «la picardía y la sensualidad. Pero no es un espectáculo ofenda al público. Es un espectáculo que igual se puede ver con seis años que con noventa».

El Molino cambió de dueños y cerró sus puertas en 1997 para someterse a una reforma. Cuando abrió en octubre de 2010 se había convertido en un moderno complejo. «Antes era un edificio que se caía y no cumplía la normativa. Ahora tiene ocho plantas, aunque se ha mantenido la fachada, que está protegida», explica Elvira Márquez, una de las nuevas accionistas. El edificio acoge las cocinas, las plateas, dos anfiteatros, un bar, una terraza, una sala polivalente, una sala de ensayos y dos plantas técnicas. Pero la reforma es más profunda y afecta al negocio, que ha pasado de un mero cabaret a una empresa con tres líneas de servicios: el café-concierto y espectáculo, la gastronomía –cuenta con una cocina capaz de ofrecer mil comidas diarias– y el alquiler de los espacios. «Hemos generado un proyecto de gestión de diversidad. Si no, era inviable». Los nuevos accionistas confían en que en un año y medio empiece a ser rentable.

Espíritu canallesco
Y es que los tiempos han cambiado, no ya desde 1908 en que se renombró al cabaret primero, sino desde los años 70, 80 y 90 del siglo pasado. Y con ellos los gustos. El cabaret por sí solo no se sostenía: «Cuando salieron las "mamachichos"se cargaron el concepto. La gente ya no va a venir porque vaya a ver más pierna. Tiene que haber más calidad», explica Márquez. Y añade: «Antes era un vodevil, la gente venía, se reía, tenía ese espíritu canallesco y pensaba que podrían venir a hacer lo que no podían hacer en otros sitios. Pero hoy día, ya hay libertad, se tiene todo al alcance. Los contenidos deben tener nivel en la creación y la innovación. Era imposible hacer un revival, porque aquellos artistas trabajaban casi por solidaridad y esa clientela ha desaparecido». Y corrobora Merche Mar: «La juventud ha descubierto este tipo de espectáculo. Antes, lo de variedades les sonaba a gente mayor, pero ahora les gusta lo del music-hall». Aunque, explica Márquez: «En las facultades, íbamos al Molino. Lo tradicional es que cuando hacías el pase del ecuador o el fin de carrera, lo celebrabas allí». Y añade: «El Molino tenía una clientela fidelizada. Había gente joven, se celebraban despedidas de soltero... y luego estaban los de siempre». Una clientela fija que ha dado lugar a toda una leyenda negra: «Se cuentan historias de cómo se vendían virginidades en los anfiteatros, y junto al Molino, en el barrio de San Antonio, siempre se ha dicho que había pisos más grandes porque era donde los empresarios llevaban a sus amantes», reconoce Márquez.

¿Pero lograrán trasladar en Madrid ese algo especial que tiene? «Vamos a intentar llevar la esencia y el contacto con el público», responde Merche Mar. «Yo creo que algo de esa alma se lleva».


Del can can al jazz
Para los que no puedan asistir a la función del Molino en Madrid, tienen otra oportunidad: «Showtime», en el Teatro Arlequín. Cuatro funciones que recorren los mejores espectáculos de cabaret del mundo. Un montaje en el que se encuentra el sabor de viejos locales como el Moulin Rouge, de París; el Tropicana, de la Habana, los clubes de Buenos Aires, el tablao flamenco y, también, El Molino de Barcelona. Cuenta con un maestro de ceremonias y se tocará jazz, can can, tango, samba, bolero y salsa.