Caso Marta del Castillo

La desaparición de Ruth y José un cubo de Rubik sustentado en indicios

Hoy se cumplen 19 días de la desaparición de Ruth y José, tan compleja como un cubo de Rubik. La Policía busca a los menores en el entorno de las Quemadillas, convencidos, según algunas fuentes, de que los niños están allí.

La Razón
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SEVILLA- De hecho, no descartan utilizar de nuevo en los próximos días los georradares, instrumentos que permiten detectar alteraciones en los estratos del suelo, como los que se producen al realizar enterramientos.

Lo que no significa que hayan abandonado otras líneas de investigación. De hecho, según otras fuentes policiales, ayer volvieron a viajar algunos agentes de Madrid a Córdoba para hacer una reconstrucción del día de la desaparición de los menores.

Continúan trabajando, en coordinación permanente con la Fiscalía y el juzgado de Instrucción número 4 de Córdoba. De su titular, José Luis Rodríguez Lain, agentes de Policía mantienen que «es un juez muy minucioso, garantista, recto y duro». «De ésos que saben dejar al margen sus sentimientos y no mandan a alguien a prisión porque le influya la presión mediática», subrayan.
En ese sentido, el fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Córdoba, José Antonio Martín-Caro, defendió ayer públicamente que existen «indicios» suficientes para que Bretón permanezca entre rejas «un largo tiempo».

Y lo cierto es que el padre de Ruth y José está en la cárcel, con la «mirada desorientada» que destaca quien se ha cruzado con él. No aporta nada nuevo, ni siquiera con la visita de los padres. Su abogado, José María Sánchez de Puerta, insiste en que no hay pruebas contra él y exige su puesta en libertad.

De momento, el caso se sustenta en indicios que, según Martín-Caro, cumplen los requisitos legales «para imputar a este señor el delito de detención ilegal que ha motivado que nosotros hayamos pedido la prisión». De otro lado, otra de las piezas del puzzle, la familia materna, insiste en una idea: alguien tiene retenidos a los niños. Su actitud, también empieza a cuestionarse. Los tintes de cine negro se suceden pero la realidad pura y dura se impone: no hay rastro.