¿Qué espera de estos Juegos?
-Competir al mismo nivel que lo he venido haciendo esta temporada, probablemente la mejor de mi vida, y disfrutar al máximo porque van a ser los últimos Juegos en los que participe.

-¿Por qué?
-Porque ya tengo 33 años, porque hay otras cosas en la vida, porque tengo ganas de hacer otro tipo de actividad física y porque en Pekín prometí que después de Londres me retiraba y así lo haré. Es una decisión muy meditada, consensuada con mi gente y, además, creo que me merezco dejarlo en lo más alto.

-Después de proclamarse campeona de Europa.
-Eso fue ponerle la nata al pastel, ahora falta la guinda. Y, puestos a soñar, ojalá consiguiera dos guindas, la medalla y una gran marca.

-¿El atletismo de élite es muy sacrificado?
-Sí, sobre todo porque hay que tener el equilibrio entre cuerpo y mente. La mente ahora va fenomenal, pero el cuerpo empieza a fallar; ya el año pasado tuve muchísimos problemas con la espalda. Hay que tener en cuenta que el deporte de élite no es sano porque los esfuerzos se llevan al máximo.

-¿Y esos esfuerzos pasan factura?
-Bastante. No es normal que una persona con 33 años tenga dos protusiones en la espalda y dolores por todas partes. Con cierta edad lo interesante es hacer una actividad física que sea saludable y beneficiosa, no cargarte la espalda con pesas de 160 kilos. Que conste que me siento encantada y orgullosísima de haberme dedicado a esto durante tanto tiempo, pero es un impuesto que los atletas de primera fila tenemos que pagar.

-¿Cuidarse en las comidas también resulta difícil?
-No, yo como de todo, pero desgrasado. Todo a la plancha, y si, por ejemplo, hago unas lentejas con chorizo primero meto el chorizo en el microondas para quitarle la grasa y ya está. Comer de todo es el mejor régimen y lo más saludable para no tener carencias.

-¿Cuándo empieza su participación en los JJOO?
-Compito el 9 y el 11, así que me iré el día 5 de agosto.

-¿No desfila?
-No, ya desfilé en Pekín. Fue un momento increíble, pero muy cansado.