Pasarelas

Chanel retro-futurista lanza de noche sus ideas de lujo invernal

Chanel eligió anoche por primera vez un horario nocturno para celebrar un desfile alta costura, el del otoño-invierno 2009-2010, con una suntuosidad ajena a toda idea de recesión, y también al concepto de pureza virginal lanzado hace seis meses. La nueva colección de Karl Lagerfeld, director artístico de la firma, fue, sin embargo, igualmente impactante. Aunque en esta ocasión el lujo, el de verdad, el que no necesita ser ostentoso porque simplemente es, se llenó de brillos, de oros y platas, de perlas y de geometrías bordadas de colores, sobre tweeds de tramas doradas y plateadas, sedas, tules y tejidos fluidos y suntuosos. Con Chanel, el invierno próximo tendrá, además, un accesorio inédito, apto para los momentos más elegantes de la existencia. Podrá acompañar, por ejemplo, un conjunto bicolor de falda larga y túnica recta de tirantes, enteramente bordados de perlas, a juego con guantes-manga altos, hasta casi los hombros, que ocultan parcialmente las manos y dejan libres los dedos. El nuevo accesorio no es por completo un sombrero ni tampoco una máscara, pero cubre la cabeza y el rostro como un dulce casco de tul bordado de pedrería, de perlas o de pastillas de diferentes dimensiones y colores, concentradas en su parte superior, más aisladas a la altura de los ojos y la boca. Su estilo, "retro-futurista", como le definió el ilustrador español Jordi Labanda, asiduo invitado de la alta costura francesa, se ajusta a la perfección al conjunto de la colección invernal que Chanel presentó bajo la cúpula acristalada del Grand Palais. Tanta belleza, de inspiración igualmente griega y clásica, en vestidos túnica semitransparentes, con detalles bordados de oro, lucía peinados siempre recogidos en la espalda, de altura frontal prominente, e historiada y larga cola de caballo rizada, adornada con flores del mismo pelo. El desfile tuvo una constante; una pala posterior, que a veces se convertía casi en capa, otras en cola, bordada, forrada, transparente, deshilachada o dorada. De día o de noche, en vestidos de cóctel, de gala, trajes de chaqueta, abrigos, faldas de todos los largos y volúmenes, hubo en la pasarela -esta vez cuadrada- de Chanel un sinfín de variantes de esta misma idea que se sucedieron hasta el infinito sin monotonía alguna, cada una más diferente todavía que la anterior. Pero siempre, cada modelo presentado, tenía en su parte posterior un elemento añadido, a veces más largo que la falda, otras a la misma altura, no siempre del mismo tejido y color.