Ministerio de Sanidad

Cómo interpretar los símbolos de los medicamentos

Cómo interpretar los símbolos de los medicamentos
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Como paciente, es necesario y es su derecho conocer el medicamento que debe tomar. En muchas ocasiones, las personas acuden a la farmacia en busca de éste sin saber muy bien de qué se trata, cómo debe tomarlo o para qué sirve. Es labor del profesional sanitario (médico o farmacéutico, principalmente) fomentar este conocimiento acerca de la medicación recetada, adaptando el lenguaje en función de la persona, sobre todo porque así se potencia el cumplimiento del paciente. Cuando al enfermo le explican cuál es su problema, para qué sirve el fármaco que necesita, las precauciones que debe tener tomando el medicamento y, especialmente, los beneficios derivados del tratamiento, es más probable que cumpla con su tratamiento y tome una actitud más activa ante su problema de salud. En ocasiones se preguntan qué significan las letras y los iconos que aparecen en el margen superior derecho de la medicina que llevan tomando tanto tiempo, y es posible que caigan en la cuenta de que las cajas de los fármacos aportan muchos más datos de lo que nunca llegaron a pensar. Seguramente, alguna vez el usuario solicita un medicamento y el farmacéutico le dice que «necesita receta médica». Es cierto que a la hora de dispensar fármacos, la gran mayoría requieren receta del facultativo, y algunos están especialmente controlados. Éstos son los psicotropos (sedantes o hipnóticos), los estupefacientes (son los derivados del opio y se utilizan para el tratamiento del dolor muy severo o para la rehabilitación de drogodependientes de heroína), o los medicamentos de especial control médico (ECM), que están más regulados porque, a pesar de ser muy beneficiosos para tratar la enfermedad, pueden tener reacciones adversas importantes. También los antibióticos o las hormonas, entre otros, requieren una mayor vigilancia y por ello no deben ser dispensados indiscriminadamente. Por el contrario, existen otros para dolencias menores, que no requieren receta y el farmacéutico se responsabiliza de su dispensación. Se trata de los medicamentos publicitarios (EFP), aquéllos fabricados a base de plantas, o bien los homeopáticos, entre otros. En el caso de las EFP, sobre todo, es muy importante el consejo farmacéutico, porque, a pesar de no ser potencialmente peligrosos, su mal empleo o su uso indiscriminado sí pueden provocar problemas, como congestión de rebote por descongestivos nasales tópicos, daños en el intestino por uso excesivo de laxantes, interacciones con otros medicamentos, etc. Por último, es importante mencionar los medicamentos de uso hospitalario (se identifican porque llevan una H) y los de diagnóstico hospitalario (DH). Los primeros sólo se dispensan en el Servicio de Farmacia de los hospitales, son para enfermedades muy concretas y requieren un control especial en el hospital. Son, por ejemplo, los medicamentos para el tratamiento de la Hepatitis (B y C) o para el VIH. Los de diagnóstico hospitalario se dispensan en las oficinas de farmacia, pero requieren receta del especialista.