Caso Método 3

De las filtraciones al «cumpleaños feliz»

Pese a los últimos cruces de acusaciones por el «Caso Gürtel», la presidenta y el ministro compartieron hasta tarta.

La visita a la sede de la Puerta del Sol coincidió con el 58 cumpleaños del ministro de Interior que fue sorprendido con una tarta de chocolate
La visita a la sede de la Puerta del Sol coincidió con el 58 cumpleaños del ministro de Interior que fue sorprendido con una tarta de chocolatelarazon

MADRID- Después de la tensión creada en los últimos días por varias declaraciones de Esperanza Aguirre en relación a las filtraciones sobre el llamado «caso Gürtel» que daban pábulo a la sospecha de que quienes filtraban eran miembros de la Policía Nacional, las aguas regresaron a su cauce ayer. Venía el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, a firmar cuatro convenios bilaterales sobre Seguridad, y todo fueron buenas palabras y mejores gestos.Tarta y velitasTanto que hasta hubo tarta de chocolate. Cumplía Rubalcaba los 58 y ni corta ni perezosa, Aguirre (acompañada por el consejero de Presidencia, Justicia e Interior, Francisco Granados, y por el de Sanidad, Juan José Güemes) le obsequió con un pastel con velitas y un coreado «Cumpleaños feliz». Además, la presidenta regaló al ministro una corbata roja («por el cumpleaños, no por ser ministro», ironizó al hilo del tema Gürtel y los supuestos regalos). Según los firmantes, la seguridad en Madrid tras la puesta en marcha de los convenios, quedará «Niquelada» (según el castizo término usado por Aguirre) o «vista para revista» (según un Rubalcaba que prefirió la jerga militar, que añadió que este esfuerzo conjunto «va a cambiar la cara de las infraestructuras de seguridad madrileña. Aún así, Aguirre aprovechó para pedir un aumento en la plantilla de la Policía Nacional, ya que consideró que la población había subido en más de un millón y medio de personas. El más llamativo de los convenios cierra una larga aspiración de la Comunidad, adscribiendo a ésta a 80 efectivos de la Policía Nacional que se dedicarán a tareas de vigilancia de edificios y escolta de autoridades.Rubalcaba, que quizá contagiado por el buen ambiente se atrevió incluso a jugar con las palabras «firmar» y «filtrar», aseguró durante la comparecencia que pondría «diez veces la mano en el fuego» porque el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, (presente en ese momento) no ha filtrado ni un solo papel relacionado con la investigación del «caso Gürtel». Se refería así a la denuncia presentada por el Partido Popular por las filtraciones del «caso Gürtel», en la que este partido pide que se tome declaración a Camacho y al comisario jefe de la Policía Judicial, José Antonio González.Confianza en la leyTras la firma de los convenios, Rubalcaba ha mantenido una conversación con Esperanza Aguirre, en la que le ha garantizado que las supuestas filtraciones del caso no han partido de la Policía. «Le he dado una explicación a la presidenta, le he dicho que no», indicó. Por su parte, Aguirre dejó claro que ella nunca había manifestado sospechas la Policía Nacional. Preguntada por los inputados por espionaje, contestó que el Gobierno regional es el primer interesado en que «si alguien ha hecho algo incorrecto, se ponga inmediatamente de manifiesto».

Una llamada de disculpa y una charla con ZapateroAguirre tenía decidido llamar al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para pedirle disculpas por las declaraciones en las que la presidenta lo calificó de «sindicalista retrógrado y piquetero» y lo acusó de actuar con «prepotencia» en su diálogo con la patronal el pasado sin de semana a cuenta de las reformas económicas a aplicar para hacer frente a la crisis. Las palabras habían levantado una cierta polvareda, así que ni corta ni perezosa, realizó la llamada, se aceptaron sus disculpas y después ambos conversaron durante un buen rato en una charla que fuentes de La Moncloa calificaron de «cordial». Durante la rueda de prensa ya había asegurado que haría la llamada Zapatero para transmitirle sus disculpas, asegurando que si estas declaraciones habían podido ofender al presidente, no le «duelen prendas» en pedir disculpas por ello.