Bogotá

El Ejército colombiano «desnuda» la selva

El operativo buscaba capturar a «Mono Jojoy», pero sólo alcanzó a 16 guerrilleros que murieron en la selva.

El Ejército colombiano «desnuda» la selva
El Ejército colombiano «desnuda» la selvalarazon

BUENOS AIRES- La selva cada vez se estrecha más para la guerrilla. El ejército colombiano probó con éxito su última adquisición en armamento: un misil con sensores térmicos que arrasa con una precisión mortífera. El resultado: 16 guerrilleros muertos.El nuevo «juguetito» made in Estados Unidos quita el sueño a Jorge Briceño, alias «Mono Jojoy», acorralado en la selva. La espesa vegetación del municipio de Puerto Rico –175 kilómetros al sur de Bogotá–, ya no es suficiente, del último ataque escapó por poco, pero cuántas veces podrá burlar a la muerte. Los guerrilleros muertos pertenecen al anillo de seguridad del jefe militar de las FARC, que en dos semanas ha perdido 29 hombres. En el campamento se hallaron «60 equipos de combate abandonados», por lo que los militares sospechan que el número de guerrilleros que habrían muerto en el bombardeo podría ser mayor y también habría varios heridos que fueron evacuados del lugar por sus compañeros, explicó un portavoz del comando militar.Según las autoridades, «Jojoy» al sentir el impacto y la onda destructiva de los explosivos, huyó escoltado por los restantes integrantes del llamado «Bloque Oriental» de las FARC.La tecnología se ha vuelto vital en la lucha contra la guerrilla. De hecho, el frente del jefe militar de las FARC fue detectado gracias a que uno de los insurgentes utilizó un equipo electrónico, el cual logró ser interceptado por su «sincard» o chip. Al parecer, uno de los narcoterroristas intentó establecer comunicación con el exterior, haciendo caso omiso a las órdenes superiores que prohíben usar estos aparatos.De inmediato, las coordenadas fueron entregadas a los oficiales de la Fuerza Aérea que, en minutos, tenían aviones espía en el lugar, dotados de cámaras infrarrojas. La estrategia fue un ataque por tierra y aire. La Fuerza de Tarea Conjunta Omega bombardeo primero y luego cerco el frente.El general Freddy Padilla de León envió un mensaje al comandante de las FARC y a todos sus hombres que operan en la zona: «Aprovechen la oportunidad que les ofrece el Gobierno de Colombia para que se desmovilicen y no sigan haciendo más atrocidades».Por su parte, las FARC buscan contrarrestar la ventaja estratégica lograda por el Ejército colombiano mediante la compra de 20 sofisticados misiles antiaéreos rusos capaces de derribar a un avión a más de seis kilómetros de altura. Los guerrilleros habrían logrado hacerse con los proyectiles a través de contactos en Venezuela.Protesta diplomáticaHasta ahora, la guerrilla solo disponía de cohetes para atacar a los helicópteros y aviones especializados en el combate que el Ejército utiliza desde 2000.Mientras, Álvaro Uribe denunció que las FARC compraron lanzacohetes de largo alcance y reclamó por ello a los países vendedores de armas. «Hemos elevado nuestra queja a través de los canales diplomáticos ante los respectivos países», anunció el presidente.

Lo mejor del arsenal norteamericanoLas imagenes facilitadas por la Fuerza Aérea Colombiana dejan pocas dudas sobre la eficacia de sus nuevos sistemas de armas de tercera generación. Provistos de cámaras térmicas de adquisición de objetivos, que localizan los blancos por el calor, los aviadores colombianos son ahora capaces de «ver» a traves del túpido manto forestal. Los nuevos visores van asociados a proyectiles teledirigidos del mismo tipo de los utilizados en Afganistán contra los insurgentes talibanes. El último ataque sufrido por los narcoguerrilleros de las FARC, en una de las zonas más impenetrables de la región del Meta, cambia dramáticamente la correlación de fuerzas y demuestra hasta qué punto se ha intensificado la colaboración militar entre los Gobiernos de Colombia y Estados Unidos.No es de extrañar que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, haya reaccionado airadamente contra el reciente acuerdo que habilita el uso en territorio colombiano de bases aéreas y otras instalaciones militares a las fuerzas norteamericanas empeñadas en la lucha contra el narcotráfico. Paradójicamente, ese acuerdo ha sido posible tras la decisión del presidente de Ecuador, Rafael Correa, miembro del ALBA bolivariano, de cerrar la base desde la que operaban las aeronaves del Departamento Antinarcóticos estadounidense (DEA).