Asturias

El mejor compañero del Rey

El Príncipe se ha convertido en un baluarte de España en el exterior

El mejor compañero del Rey
El mejor compañero del Reylarazon

El Príncipe mira fijamente pero sin incomodar, escucha, atiende y siempre tiene la palabra justa. Es natural y cercano, correcto, simpático y amable. Acude a donde es requerido, sea el ámbito que sea y en fiel cumplimiento de sus funciones. Quizá por eso tiene el cariño y el respeto de españoles y extranjeros, dentro y fuera de nuestras fronteras. Tiene los mejores maestros, los Reyes, y desde hace cinco años el mejor apoyo, la Princesa de Asturias. Desde aquel 22 de mayo de 2004 en el que el heredero más deseado de Europa contrajo matrimonio, Don Felipe se ha convertido en el mejor complemento del Rey en su tarea institucional, y con el nacimiento de sus dos hijas en la continuidad, más allá de la propia figura del Príncipe, de una de las instituciones mejor valoradas por los españoles.Don Felipe comparte con el Rey no sólo una tarea institucional de notable trascendencia, sino también una línea argumental y de defensa de unos valores fundamentales: Constitución, justicia, libertad, lucha contra el terrorismo, cultura y economía españolas, y un largo etcétera de valores que manan de la Carta Magna y que tienen a España como centro y motivo de su acción. Si poco a poco desde hace unos años Don Felipe había ido asumiendo más tareas y actos en su agenda, en este último lustro el Príncipe se ha convertido en un baluarte fundamental de la presencia de España y de los valores que representa en el exterior y de la continuidad de la tarea integradora y de futuro de la Corona en nuestro país. La presencia de Don Felipe en el extranjero ha tenido estos cinco años la especial trascendencia que desde hace mucho tiempo se le ha otorgado en Iberoamérica, continente al que ha acudido en diecinueve ocasiones en esta etapa, trece de ellas para asistir a las tomas de posesión de presidentes. Sus viajes a países del otro lado del Atlántico le han llevado junto a Doña Letizia a realizar visitas oficiales a países como El Salvador, Panamá o Guatemala, pero también con cierta regularidad a Estados Unidos. Aún en la etapa en la que las relaciones políticas entre ambas administraciones han sido prácticamente nulas, la Corona ha seguido teniendo en Washington el respeto y el peso de siempre. Estas visitas ayudan no sólo a estrechar los lazos entre ambas orillas del Oceáno, sino a mantener la influencia de España en el continente y a proteger los intereses económicos y culturales de nuestro país en aquellas naciones. En muchas de esas visitas oficiales, los Príncipes, al igual que hacen los Reyes, viajan acompañados de empresarios con el fin de promocionar y potenciar la inversión nacional en el extranjero, acción que desde que estalló la crisis financiera se ha reforzado. Esa proyección y apoyo a la entrada de las empresas españolas en terceros países, especialmente en aquellos sectores en los que la industria española está a la cabeza. Esta misma tarea la ha desarrollado siempre la Familia Real en el interior de nuestro país, apoyando a muy diferentes sectores de nuestra economía. En todos sus desplazamientos más allá de nuestras fronteras, otra de las principales preocupaciones del Heredero es la lengua y la cultura españolas. Pero en este tiempo, Don Felipe y Doña Letizia también han viajado por Europa y hasta el extremo oriente. A China han acudido en dos ocasiones y a Japón en otra. Uno de sus primeros desplazamientos a los pocos días de casarse fue a Jordania, para asistir a la boda del Príncipe Hussein con la princesa Noor. Pero el Príncipe no sólo aplica lo aprendido del mejor embajador, el Rey, en su papel institucional por los cinco continentes, sino que ha volcado su interés en su generación y las siguientes, la juventud como futuro de España. El Príncipe, fiel exponente de esa generación del cambio, mantiene un permanente contacto con sus coetáneos y con las preocupaciones de un sector de la población que está llamado, por edad y preparación, a asumir los mandos de España. El Príncipe ha reforzado en estos cinco años de matrimonio las bases que le han colocado entre los más respetados y buscados en todos los ámbitos como referencia de un tipo de Monarquía democrática, moderna y que cumple una función fundamental en el esquema de un país, España, que es base, futuro y nexo de dos mundos: Iberoamérica y Europa. Dos mundos en los que nuestro país, con la Corona al frente, debe jugar un papel fundamental. Además, el Príncipe, el mejor complemento del Rey en el papel institucional de nuestra Monarquía, es un motor muy valioso para la defensa de los valores, la cultura y la economía de la España del siglo XXI.