Camerún

El Papa celebra la Resurreción de Cristo y pide justicia para África

Tras la bendición «Urbi et Orbi», el Pontífice propuso a Cristo resucitado como salida ante el «vacío» humano.

El Papa imparte la bendición «Urbi et Orbi» a los miles de congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano
El Papa imparte la bendición «Urbi et Orbi» a los miles de congregados en la plaza de San Pedro del Vaticanolarazon

ROMA- Ante 100.000 personas congregadas en la Basílica y en la Plaza de San Pedro, Benedicto XVI pidió ayer, Domingo de Resurrección, que «abramos el corazón a Cristo muerto y resucitado para que nos renueve, para que nos limpie del veneno del pecado y de la muerte y nos infunda la savia vital del Espíritu Santo: la vida divina y eterna». Jubiloso por lo señalado de la fecha, el Papa pidió que «el anuncio de la Pascua se propague por el mundo» con un canto de «aleluya». «Cantémoslo con la boca, cantémoslo sobre todo con el corazón y con la vida, con un estilo de vida ‘‘ácimo'', simple, humilde y fecundo de buenas obras».Después de la homilía, Benedicto XVI leyó un texto que acompañó a su tradicional bendición «Urbi et orbi», en el que recordó su reciente viaje a Camerún y Angola y se refirió a su próxima visita a Tierra Santa. «África sufre enormemente por conflictos crueles e interminables, a menudo olvidados, que laceran y ensangrientan varias de sus naciones, y por el número cada vez mayor de sus hijos e hijas que acaban siendo víctimas del hambre, la pobreza y la enfermedad», denunció el Papa. Luego habló del conflicto palestino-israelí, para el que deseó una «reconciliación», la cual garantizaría «un futuro de seguridad común y de pacífica convivencia». Para que dicha reconciliación se haga realidad harán falta «esfuerzos renovados, perseverantes y sinceros» por parte de todas las partes implicadas en el problema. En su mensaje, el Pontífice no quiso dejar de analizar la situación económica mundial, denunciando los sufrimientos que está causando en el hombre. «En un tiempo de carestía global de alimentos, de desbarajuste financiero, de pobrezas antiguas y nuevas, de cambios climáticos preocupantes, de violencias y miserias, es urgente descubrir perspectivas capaces de devolver la esperanza». Esta resistencia fue iniciada «con la Pascua de Cristo», dijo el Papa, añadiendo que Jesús busca «hombres y mujeres» que lo ayuden a «vencer con sus mismas armas: la justicia, la verdad, la misericordia, el perdón y el amor». En las palabras que acompañaron a la bendición «Urbi et orbi», Benedicto XVI volvió a criticar «al materialismo y al nihilismo», los cuales conforman una «visión del mundo» que no va más allá de «lo constatable experimentalmente» y nos lleva a «un sentimiento de la nada». Cristo y su resurrección son, precisamente, la salida que se ofrece al hombre para que el «vacío» no acabe ganando, afirmó el Pontífice. Tras la misa, Benedicto XVI se marchó a su residencia de Castel Gandolfo donde permanecerá unos días de descanso de las jornadas de la Semana Santa, en la que ha presidido todos los ritos.

Jesús resucitado, luz ante la «desorientación» del mundoBenedicto XVI presidió en la noche del Sábado Santo la Vigilia Pascual, «madre de todas las vigilias», como la denominó San Agustín por ser la noche de la espera de la Resurrección de Jesucristo. La emotiva celebración contó con los tres símbolos de la Resurrección: la luz, presente en el cirio pascual, que fue encendido en el atrio de la basílica de San Pedro al comienzo de la vigilia; el agua, con el que el Santo Padre bautizó a cinco catecúmenos a los que llamó a ser «fuentes constantes de agua viva para el mundo»; y por último, el canto del Aleluya, que expresa la alegría de la Resurreción de Cristo.Ante los miles de presentes, el Pontífice aseguró en la homilía que, a pesar de las dificultades que vive la Iglesia por las cuales «debería de hundirse», ésta «queda fuera de la gravedad de la muerte», gracias a «la mano salvadora del Señor que nos sujeta». El Pontífice mostró su preocupación por la «gran desorientación» que impera en la sociedad actual. «¿Dónde hemos de ir? ¿Cuáles son los valores en que podemos educar a los jóvenes, sin darles normas que tal vez no aguantan?», se preguntó.La respuesta es Cristo, «él es la Luz», concluyó.