José Blanco

El tecnócrata aficionadoa los lujos

La Razón
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MADRID- Dicen que el carisma, en política, llega cuando uno gana unas elecciones, cuando gobierna, cuando manda. No fue el caso de Emilio Pérez Touriño, un candidato que en 2001 era gris y apagado cuando se presentó por primera vez a las elecciones autonómicas, y que siguió gris y apagado después de cuatro años de presidente de Galicia. Se lo reprochan en su partido, donde la dirección federal, concretamente el vicesecretario general del PSOE, José Blanco, se volcó en esta campaña a sabiendas de que el candidato del Partido Socialista de Galicia (PSdG) corría serio riesgo de perder la Xunta. Se lo advirtió Blanco después del verano: «O convocas en otoño o puedes perder el Gobierno», le dijo. Touriño no hizo el menor caso y los augurios del vicesecretario general se cumplieron. Blanco no quiso ayer sin embargo, hacer leña del árbol caído y asumió la cuota de responsabilidad que le correspondía en la derrota.Se abre ahora una etapa de autocrítica que va desde los reproches a Touriño por no haber liderado la Xunta y permitir la imagen de un presidente sin autoridad entre sus socios nacionalistas, hasta las lecturas en clave nacional. El caso es que Touriño, un tecnócrata que un día militó en las asociaciones católicas y al otro en el comunismo, se convierte en la primera víctima política del 1-M.Y no será que no se lo ha ganado a pulso: prometió cambio y los gallegos no lo han percibido; anunció austeridad y se aficionó al despilfarro y al lujo para comprar lujosos muebles de despacho y un millonario coche oficial; fue incapaz de imponerse a sus socios nacionalistas... Su gestión fue un fracaso, y su campaña no tuvo un norte claro. En público intentó mostrarse confiado y seguro de que, aunque no ganase las elecciones, la suma con el BNG le permitiría de nuevo «robar» el gobierno al partido más votado. Pero su discurso destiló «frustración» por esos cuatro años de gobierno en los que le fue imposible incrementar de forma notable el capital electoral de su partido. En ocasiones entonó el «mea culpa» y anunció propósito de enmienda. Nada le sirvió. Nacido en La Coruña el 8 de agosto de 1948, militó en el Partido Comunista Gallego e impartió clases de Económicas, pero en 1985 cambió las aulas por un despacho en el Ministerio de Transportes, cuyo titular era Abel Caballero, hoy alcalde de Vigo. Tras tres años en el Gobierno central decidió cambiar de siglas y afiliarse al PSOE. Fue Borrell quien le nombró secretario de Estado de Infraestructuras. Se el acusó entonces de cobrar comisiones ilegales por las obras del AVE entre Madrid y Sevilla. Luis Roldán, ex director general de la Guardia Civil condenado por malversación y fraude, lo señaló en este sentido, pero no prosperó por falta de pruebas. Aquel mal trago le hizo volver a Santiago, de nuevo a dar clases, pero no le desvinculó de la política. Apenas un año después se hizo cargo del partido en Galicia para relevar al carismático alcalde de La Coruña, Francisco Vázquez. Desde entonces, el PSdG está en sus manos. Ya como secretario general del PSdeG, el paso como candidato a la presidencia de la Xunta lo dió en 2001, pero se quedó en la oposición. En 2005, con un renovado look que eliminaba su característico bigote, y previo pacto con el BNG, se convirtió en un presidente que desde hoy ya es historia.